investigar. formar. incidir.

Menú
Actualidad | Artículos en otros medios

Día humanitario pensando en Pakistán

imgarticulo_Pakistan

(Para Radio Nederland)
En el 2008, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 19 de agosto ‘Día internacional de la asistencia humanitaria’, para conmemorar a las víctimas del atentado que en esa fecha del año 2003 costó la vida a 22 personas de la ONU en un atentado en Irak.

En aquel brutal operativo fallecieron muchas de las personas con responsabilidades en la acción humanitaria de la ONU, entre ellas su representante en el país Sergio Vieira de Mello, y con la designación de ese día se trataba de recordar cada año los riesgos y retos a los que se enfrentan los trabajadores humanitarios, tanto locales como internacionales, en numerosos países. Las cifras de incidentes de seguridad y víctimas entre el personal humanitario aumentan cada año y el solo dato de que en 2009 fallecieron en diversas acciones 102 trabajadores humanitarios -88 locales y 14 expatriados- debiera hacernos reflexionar sobre el contexto en el que se mueve el trabajo humanitario.

Por eso, desde su creación, este día internacional de la asistencia humanitaria es algo más que una mera conmemoración y homenaje a las víctimas, sino que sirve para recordar también que millones de personas necesitan en nuestro mundo de ayuda humanitaria, y que ésta topa con enormes dificultades para su movilización y para llegar, como es su objetivo, a aquellos quienes la necesitan sin consideraciones políticas o de otro tipo que puedan perjudicarles. Y la coincidencia de este día con el debate suscitado al hilo de la pobre respuesta internacional a las inundaciones en Pakistán, merecen algunas reflexiones.  
  
En primer lugar, en un año que se está caracterizando por desastres de componente natural de extrema magnitud (terremotos en Haití y Chile, inundaciones extremas en China, India, Pakistán,  incendios en Rusia,…), se ha puesto al límite la capacidad de respuesta de los organismos internacionales y, en general, de la comunidad internacional. El sistema internacional de respuesta que intenta liderar la ONU muestra cada vez más debilidades y en desastres de gran magnitud se ve siempre desbordado. Así sucedió en Haití y así está sucediendo en Pakistán. Los refuerzos iniciados con la Reforma Humanitaria han sido escasos y aunque en situaciones de menor envergadura el «sistema» funciona aceptablemente bien, en cuanto que se sobrepasa un cierto umbral, la incapacidad y la falta de liderazgo son manifiestas. Precisamente en las próximas semanas se producirá la sustitución del actual Vicesecretario General de la ONU para Asuntos Humanitarios, John Holmes por Valerie Amos y a nadie se oculta que tras la crisis de Haití, el prestigio y la imagen de Holmes habían quedado bastante tocados. Y en este «sistema» también tienen grandes responsabilidades los países afectados, en este caso Pakistán, y el resto de donantes gubernamentales y no gubernamentales. En este caso es un hecho constatado que las primeras informaciones y la primera respuesta del gobierno pakistaní han sido totalmente insuficientes y no supieron prever la magnitud de la tragedia. Y ello ha dado pie y ha legitimado el trabajo asistencial de otros actores religiosos y políticos que están usando la ayuda de modo sesgado.
  
Pero en segundo lugar, la pobre respuesta internacional a la crisis generada por las inundaciones pone de manifiesto la inexistencia de un sistema que asigne los recursos humanitarios con criterios de necesidad. El que sea frecuente escuchar en los medios de comunicación y en sectores de la opinión pública occidental argumentos sobre que no hay que ayudar a Pakistán, pues eso es «colaborar con terroristas», o que como «Pakistán es un país que tiene la bomba atómica no necesita de nuestra ayuda», entre otras perlas, es algo preocupante. Penalizar a las víctimas por los errores de sus mandatarios y dejar espacio libre para que organizaciones radicales instrumentalicen la ayuda en su beneficio, no solo es éticamente incorrecto, sino que es políticamente torpe, si lo que se quiere es contribuir –como se vende desde los países occidentales- a construir sociedades más justas y democráticas. La falta de respuesta internacional que ha sido incluso duramente criticada por el Viceprimer Ministro británico Nick Clegg, está dando argumentos a aquellos que tratan, precisamente, de estigmatizar a occidente para legitimar su actuación. En cualquier caso, son argumentos inaceptables desde la perspectiva humanitaria. La financiación pública, pero también las donaciones privadas para ayuda humanitaria, no pueden depender de consideraciones de tipo político o religioso. Y tampoco deben ser tan dependientes de la imagen que los medios transmitan y del grado de solidaridad epidérmica que esas imágenes puedan generar como sucede en la actualidad.
  
En cualquier caso, en un mundo en el que este tipo de acontecimientos va a ser cada vez más frecuentes, la reforma de todos los dispositivos de prevención, preparación, reducción de riesgos y, por supuesto, respuesta humanitaria global, deben ser mejorados sino queremos que en cada situación volvamos a repetir los mismos errores y entonar las mismas lamentaciones.

Entrevista en Radio Nederland:

Publicaciones relacionadas