Crisis República Centroafricana y su impacto humanitario regional: un resumen de las necesidades y requisitos
La República Centroafricana (RCA) ha sufrido desde su independencia en 1960, un golpe de estado tras otro. En 2003, François Bozizé dio un golpe de Estado proclamándose presidente. En enero de 2011 renovó su mandato con acusaciones de fraude electoral, y en diciembre de 2012 la coalición de fuerzas rebeldes Seleka («alianza», en lengua sango) tomó varios pueblos del noroeste, aduciendo que Bozizé no había respetado los acuerdos de paz firmados en 2007. La revuelta culminó el 24 de marzo de 2013 con la toma de Bangui por parte del líder de la coalición rebelde, Michel Djotodia. En un nuevo golpe de Estado, y tras la huida de Bozizé a la vecina República Democrática del Congo, Djotodia asumió el poder, convirtiéndose en el primer presidente musulmán en un país donde el 50% de la población es cristiana, y solo pertenece al islam el 15%. Se inició entonces una crisis que provocó decenas de muertos por los enfrentamientos entre grupos armados leales a Bozizé y los exrebeldes de Seleka, los cuales el pasado septiembre rechazaron no atacar la orden del presidente Djotodia de que se integrasen en el Ejército nacional. La Comunidad Económica de Estados Centroafricanos (CEECA) ha reconocido a Djotodia como líder de un gobierno de transición que deberá celebrar elecciones en un plazo de 18 meses.
A lo largo del año pasado la violencia entre las milicias anti-balaka y el movimiento rebelde Seleka ha ido en aumento. La mayoría de los musulmanes en la zona centro y en la parte occidente del país han tenido que huir debido a las amenazas y la inseguridad, quedando las ciudades con más predominio de comunidades musulmanas, vacía. La situación se agrava debido a las intensas hostilidades entre los que se auto-proclaman representantes de comunidades cristianas y musulmanas, lo que parece ser una instrumentalización y manipulación de las comunidades por los dirigentes políticos y comerciales.
Más de un millón de personas – alrededor de un cuarto de la población de RDC – han huido de sus hogares por cuestiones de seguridad. Alrededor de 20.000 personas pertenecientes a comunidades minoritarias siguen atrapadas en 16 diferentes lugares diferentes de RDC, debido al riesgo de ataque. Unas 557.000 personas continúan desplazadas dentro del país. Miles de personas continúan huyendo cada semana; sin embargo, muchos otros aún están escondidos en la selva por temor a perder sus vidas, o se ven obligados a refugiarse en la selva como vía para mantenerse a salvo de los grupos armados. Muchas son las personas que dependen en gran medida de la asistencia humanitaria, y además cada día se cometen violaciones de los derechos humanos, como: muertes, mutilaciones, secuestros, violaciones y reclutamiento de niños soldados.
Los países vecinos han alcanzado sus límites debido a la acogida masiva de comunidades desplazadas. Muchas familias están albergando a aquellos que han huido de la violencia como forma de lucha y para lidiar ante la presión añadida de acoger a personas desplazadas de sus hogares. A lo largo de toda la frontera en los países vecinos, las comunidades de acogida han sido también expuestas a una inseguridad creciente teniendo que ser desplazadas temporalmente debido a las incursiones y los saqueos por los grupos armados de RDC, como ha sido el caso en algunas aldeas de la frontera de Camerún.
La gravedad de la situación es terrible, ya que ahora los grupos armados utilizan el discurso religioso con fines políticos, pero resulta difícil obviar los intereses económicos y la corrupción generados en la lucha por el control del tráfico lucrativo de diamantes y de madera, tanto en el interior del país como en los países vecinos.
Para más información, Reliefweb.int
Otras fuentes: Amnistía Internacional / Centro de Noticias de la ONU.
Fuente fotografía: Reliefweb.int.