Crisis alimentaria en África Occidental
La publicación pan-europea European Voice (www.europeanvoice.com) ha editado un artículo de opinión de Kirsty Hughes, responsable de incidencia política de Oxfam en Dakar, que denuncia la lentitud de la respuesta ante la crisis alimentaria que afecta a África del Oeste.
Más de 10 millones de personas están sufriendo de hambre y malnutrición severa como consecuencia de la última crisis alimentaria causada por la sequía, las malas cosechas y la escalada de los precios de los alimentos.
Níger, el país del mundo menos desarrollado, es el más sacudido por la crisis, con más de 7 millones de personas – casi el 50% de su población- afectadas. En Chad, 2 millones no tienen suficiente para comer – lo que supone el 20% de su población, y millones más están afectadas o en situación de riesgo en Mali, Mauritania, Camerún, Burkina Faso y Nigeria
Si bien la respuesta de España ha sido relativamente adecuada en términos cuantitativos1, como coordinador de donantes para la política agraria en la zona y donante líder de la Unión Europea frente a la CEDEAO (Comunidad económica de estados de África Occidental), debería haber ejercido un mayor liderazgo y así haber evitado que en las últimas cumbres del G8 y G20 en Canadá no se hiciese ni si quiera mención de esta crisis
Kirsty Hughes denuncia que «aunque la ayuda internacional está llegando, aún es demasiado poca y está llegando demasiado tarde. La provisión de alimentos en la zona es altamente insegura para millones de personas que no pueden asegurar que podrán comer en las siguientes semanas, y en muchos casos en los siguientes días».
La Comisión Europea, bajo presidencia española de la Unión Europea, se ha comprometido con la crisis: Kristalina Georgieva, la comisaria de cooperación internacional, ayuda humanitaria y respuesta a crisis, visitó Níger hace un mes y la comisión dispuso 24 millones de euros como ayuda de emergencia. Dicho esto, aunque bienvenido, podría haber llegado antes: los indicadores de alerta temprana empezaron a enviar señales de alarma desde el otoño del 2009, y ahora ya estamos entrando en la peor fase de la crisis hasta la nueva cosecha.
Como bien apunta Kirsty, «en este punto, sólo un urgente empujón político, al más alto nivel, puede aportar la energía necesaria para arreglar los retrasos acumulados».
En la mayoría de los países afectados, los niños y niñas menores de 5 años son los más vulnerables, con cientos de miles estando ya desnutridos. Muchos hombres han abandonado sus aldeas, buscando empleo en las ciudades. Las mujeres se las arreglan lo mejor que pueden: en Chad algunas mujeres escarban en los hormigueros para comer los granos y semillas que las hormigas han almacenado.
Ganaderas y ganaderos nómadas y semi-nómadas, quienes dependen totalmente de sus animales, también están sufriendo muy malos momentos: el ganado está mal nutrido y débil y, en el Norte de Mali y Níger, las bajas temperaturas que acompañan a la época de lluvia ha matado a miles.
En Níger la ayuda está llegando, pero no es suficiente. Las distribuciones del Programa de Alimentos Mundial (PAM) han sido retrasadas, sobre todo por la lentitud con la que los fondos han sido comprometidos – el PAM no puede encargar comida hasta que sabe que tiene dinero. Es posible que no haya distribuciones de comida durante Agosto y la llegada de la época de lluvias hará que la distribución sea más difícil, si no imposible.
En Chad, muchas personas se verán sin comida durante tres meses, hasta Octubre, cuando la ayuda estará disponible.
Esto no es una crisis imprevista: el área del Sahel tiene problemas crónicos de seguridad alimentaria. Más aún, en Chad, ECHO, el brazo humanitario de la Unión Europea, ha sido quien más ha empujado para que ONG y agencias de Naciones Unidas pongan medidas para encarar los retos alimentarios y nutricionales de la región. Mientras tanto, continúan los debates sobre como combinar mejor las respuestas de desarrollo a largo plazo y las respuestas urgentes a la crisis. Pero las lecciones no están siendo aprendidas con la celeridad suficiente como para evitar que nuevas crisis continúen emergiendo.
Kirsty también pone de relevancia que para terminar con este ciclo de crisis recurrentes se necesita dinero: «hace un año, en Aquila, el G8 prometió 22 billones de dólares (18 billones de euros) durante 3 años para desarrollo de la agricultura en aquellos países con más inseguridad alimentaria, pero aproximadamente 3 cuartos de los 22 billones son antiguas partidas renombradas y no nuevos compromisos. En Canadá, la semana pasada, el G8 dijo que había entregado solo 6 billones de euros (4,9 billones de euros). Esto no es suficiente.»
Para la gente de la franja del Sahel, los próximos 3 meses serán muy largos. España, atendiendo a su rol de líder y coordinador, tiene aún la oportunidad de presionar a los gobiernos más poderosos para que actúen con la mayor velocidad y contundencia posible; y garantizar que la respuesta a esta crisis sea el comienzo de medidas sostenibles que reduzcan la inseguridad alimentaria en la zona y eviten la aparición de nuevas crisis.
Jorge Jimeno, Responsable de Incidencia política humanitaria para África, Intermón Oxfam
Notas:
1.- Según la Oficina de Acción Humanitaria de la AECID, España había aportado 7.300.000 euros para Níger, Chad y Sudán a través de la FAO, PAM y UNICEF a 9 de junio de 2010.