Balance internacional: de la pandemia a Afganistán sin síntomas de mejora


Para el informe La acción humanitaria en 2020-2021: la pandemia retrasa las reformas necesarias
Si en el anterior Informe se identificaba a la pandemia de la COVID-19 como el factor más sobresaliente de la agenda internacional, lo mismo ocurre desgraciadamente en el que ahora nos ocupa. A pesar de la espectacular respuesta de la ciencia, capaz de lograr vacunas en un tiempo récord, la realidad es que hoy –cuando las estimaciones oficiales hablan ya de más de cinco millones de víctimas mortales y otras fuentes apuntan a más de 18 millones– estamos todavía lejos de superar la amenaza que representa el coronavirus SARS-CoV-2. Y si bien en el mundo desarrollado se detectan señales de que su efecto mortal parece disminuir, el panorama es muy distinto si se amplía la mirada hacia la totalidad del planeta. Ejemplo destacado de ello es el continente africano, donde apenas se contabiliza un 2% de los 5.700 millones de dosis administradas hasta ahora (septiembre de 2021).
Ese simple dato muestra, por un lado, la doble vara de medida a la hora de valorar la importancia de salvar vidas humanas –más allá de cuáles sean sus identidades nacionales, étnicas o religiosas– y, por otro, la cortedad de miras que lleva a no comprender que mientras no estemos todos y todas fuera de peligro, nadie puede considerarse realmente a salvo. En todo caso, es una señal más de un mundo en el que se siguen incrementando las brechas de desigualdad y en el que se siguen desatendiendo las causas estructurales que están en la base de procesos que en demasiadas ocasiones terminan por desembocar en violencia.