AQMI en Mauritania: la colaboración internacional (IV)
Este último capítulo de la serie sobre la presencia de AQMI en Mauritania abordará los diversos proyectos que la Comunidad Internacional ha realizado para luchar contra el terrorismo global. Ya en 2002 [1], Estados Unidos desarrolló su iniciativa Pan-Sahel [2] que, dotada inicialmente de 7 millones de dólares, proporcionaba entrenamiento a las endebles Fuerzas Armadas de países como Mauritania, Malí o Níger, una vez percibida la expansión de la amenaza terrorista en la zona saheliana [3]. En esta línea, Robert D. Kaplan señala que «las alianzas locales y el entrenamiento de tropas indígenas han sido un medio tradicional de ejercer el poder con el riesgo y la fanfarria mínimos» [4].
En 2005 la iniciativa Trans-Sahariana Contraterrorista [5] (TSCTI, en sus siglas en inglés) sucedía a la iniciativa Pan-Sahel como marco más ambicioso, necesario ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos en el Sahel. La TSCTI era quinquenal, y ha continuado hasta nuestros días. La diferencia principal es que empezó siendo coordinada como la iniciativa Pan-Sahel, desde el Mando de los EEUU en Europa, el EUCOM con sede en Stuttgart, para pasar a serlo desde su activación en octubre de 2008, por el nuevo Mando Africano de los EEUU, el AFRICOM. Además, se ha producido un incremento del interés de los EEUU en el área, que se ha visto reflejado en el crecimiento del presupuesto de estas actuaciones: de los 7 millones de dólares iniciales en 2002, se pasó a 16 millones en 2005, 30 millones en 2006 y desde entonces hasta 2011 en torno a los 100 millones anuales[6].
La iniciativa TSCTI nació con objetivos más ambiciosos que la Pan-Sahel, para combatir el terrorismo en la zona.
La TSCTI supone una forma muy novedosa en la proyección de la influencia de los EEUU en el mundo. Lejos de los modelos de actuación llevados a cabo en áreas como Iraq, Afganistán o Somalia, hablamos de un programa de acción liderado por el Departamento de Estado, en cooperación con los del Tesoro y Defensa. Esta iniciativa estadounidense es un enfoque integral dirigido a fortalecer a los gobiernos de la zona, aumentando las capacidades de sus Fuerzas Armadas y de Seguridad. Una cooperación de múltiples agencias encaminada a programas comunes, que comprende áreas tan diferentes como la financiación y asistencia militar o el desarrollo legislativo y la mejora de las capacidades judiciales.
Con todo ello, se busca marginalizar a las organizaciones terroristas, incrementando la estabilidad de los estados y su capacidad para controlar las fronteras y el territorio. Este enfoque integral también incluye una intensa acción diplomática que trata de lograr la participación y el compromiso del mayor número posible de países, occidentales y africanos, incrementando la colaboración entre ellos. Una integración de actores que se plasma en la participación de fuerzas de cada vez más estados en las iniciativas militares organizadas para proporcionar asistencia y formación a las Fuerzas Armadas locales. Despliegues que se realizan sobre el terreno en países como Mali, Senegal, Mauritania, Burkina Faso o Níger, y que en los últimos años están contando con la participación de países como Holanda, Reino Unido, Francia, Alemania o España. En todo este complejo, los EEUU y su Departamento de Defensa disponen de una herramienta clave para llevar a la práctica sus acciones: el ya apuntado AFRICOM [7].
Una vez conocido el papel de EEUU, es momento de analizar la aproximación a los problemas del Sahel, por parte de los países africanos. Podemos hablar de tres tipos de enfoque: el de los países desarrollados del Magreb, el de los países del Sahel y el de Libia [8]. No obstante y, debido a que la presente serie es una aproximación a la realidad mauritana, vamos a explicar, en exclusiva, las acciones llevadas a cabo en el Magreb que, además, es donde más han sufrido el terrorismo islamista y muestran una postura más activa en la lucha contra AQMI.
A ellos se ha unido en los últimos tiempos Mauritania, cuya debilidad limita sus posibilidades, pero que muestra la misma voluntad. El hecho de que AQMI tenga un carácter marcadamente argelino convierte a Argelia en el principal objetivo de la acción de AQMI en el Magreb. Es donde tienen lugar la mayor parte de sus acciones al norte del Sahel, seguida de Mauritania. Por todo ello, Argelia es con diferencia el actor más beligerante en el combate contra AQMI. Una beligerancia que le lleva a realizar frecuentes operaciones en la zona norte de Níger y Mali, a lo largo de una frontera de difícil definición sobre el desierto, al tiempo que lidera las acciones y presiones africanas sobre los países del Sahel, para que se involucren más activamente en la lucha contra el terrorismo.
Distribución de los Comandos del Ejército de EE.UU. Destaca que el cuartel general del AFRICOM se encuentre en Stuttgart, Alemania.
En este sentido y, como destaca Kadiata Toure, «si los países del Sahel no comparten los esfuerzos de sus servicios de seguridad, si no intercambian información y si no hay coordinación regional que cuente con el apoyo de la comunidad internacional, África occidental corre el riesgo de sucumbir bajo el fuego graneado de la droga y el terrorismo, factores nefastos para la estabilidad y la paz en esta parte del mundo» [9].
Así, desde el 21 de abril de 2010, se ha constituido un Comité de Estado Mayor Operativo que tiene su sede en Tamanrasset (Argelia), formado por Argelia, Mali, Mauritania y Níger, en el que Argelia busca ser el dinamizador regional de las aproximaciones antiterroristas del área. Al mismo tiempo, alimenta un círculo de coordinación anti-terrorista todavía más amplio: el «Grupo de los Siete», que además de los miembros del Grupo anterior, integra a Burkina Faso, Chad y Libia [10].
Las reuniones celebradas en estos grupos suelen ir acompañadas de encuentros entre los líderes de las comunidades de inteligencia de los países participantes. Reuniones esenciales para mantener un intercambio de información entre todos los afectados. Tomando como referencia a Kadiata Touré, «se necesitan muchos medios para que las autoridades nacionales puedan controlar esas grandes extensiones de tierras desiertas, lugar predilecto para una heterogénea fauna de malhechores»[11]. De ahí la necesidad imperiosa de una coordinación regional. Esta postura de ambos conjuntos integra la cooperación y colaboración con la intervención de países como los EEUU y Francia, con los que intercambia información y de los que obtiene frecuente apoyo militar.
Respecto a la postura de la Unión Europea hay que destacar que después de los países del Magreb, la UE es el conjunto más afectado por todo lo que sucede en el Sahel [12]. Dos países europeos: Francia y España, aparecen en el ideario de AQMI como sus principales enemigos extranjeros. «Al Andalus» tiene un papel protagonista muy significativo en el discurso de los grupos terroristas que se mueven por el Sahel. El Programa de la pasada Presidencia española de la UE hizo referencia a cuatro prioridades regionales. La segunda estaba orientada hacia el África Occidental y el Sahel. Sin embargo, este interés de la UE no se ha plasmado en iniciativas conjuntas tan relevantes y específicas como las emprendidas por los EEUU. No es fácil conseguir que, en una Organización tan heterogénea, países tan distintos como Letonia o España tengan la misma inquietud y sensibilidad por lo que pasa en el norte de África [13].
La política francesa ha sido más activa que la del resto de los países europeos. Así, sus servicios de inteligencia han colaborado e impulsado acciones de los Ejércitos de Mali o Mauritania contra células terroristas, y sus propias fuerzas especiales han tratado de liberar a ciudadanos franceses secuestrados por AQMI. Dentro del ámbito militar, sus actuaciones en el área han sido constantes en casi todos los aspectos. Desde la descolonización han mantenido una base permanente en Senegal, y han apoyado tanto la formación de los miembros de las Fuerzas Armadas como la mayor parte de los licenciados universitarios de sus antiguas colonias; bien en Francia, bien destacando profesores a estos países. La amenaza que supone la presencia de AQMI en el Sahel les está obligando a realizar despliegues semipermanentes en diferentes países de la zona.
Además del ya citado de Senegal, la concentración de incidentes en Mali y, sobre todo, en Níger ha traído como consecuencia el desplazamiento de fuerzas especiales a estos dos países, junto con medios aéreos que los apoyan desde Burkina Faso o Mauritania. La colaboración militar con los países del área es muy intensa. Realizan actuaciones bilaterales, con frecuentes contactos y asistencia militar, al tiempo que cooperan con los gobiernos con el objetivo fundamental de mantener su tradicional influencia política y sobre todo económica.
Catherine Ashton, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores. Fuente: Getty Images.
Puntualizado el caso francés, nos queda exponer las actuaciones de la UE, ya anticipadas al comienzo. Al margen de la cooperación estratégica que realiza con la Unión Africana (UA), la primera declaración específica de un funcionario de alto nivel de la UE, en relación a la problemática de seguridad existente en el Sahel, se produjo por parte de Catherine Ashton, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, a raíz de la reunión de los ministros de exteriores de estados del Magreb y el Sahel, celebrada el 16 de marzo de 2010. Entonces afirmó que «la cooperación regional e internacional sería decisiva para atajar el terrorismo en esta región clave», mostrando la preocupación oficial de la Unión hacia la situación en esta área y la opinión de que, tratándose de un problema transnacional, solo será posible acabar con él mediante la cooperación y colaboración de todos los actores implicados[14].
Si bien el momento y el contenido de su discurso muestran una inquietud por parte dela UE, la realidad es que hasta ahora no se ha hecho demasiado. Las aproximaciones realizadas sobre el Sahel por parte de la UE han tenido un marcado carácter civil, han mirado el corto plazo y no han abordado una cuestión esencial: la reforma y refuerzo del sector de seguridad. La mayor parte de las iniciativas europeas se han limitado a la concesión de ayudas al desarrollo, dejando que Francia lleve el peso de la presencia y actuaciones en la zona de una forma más activa. Como excepción significativa se han desarrollado los dispositivos generados para hacer frente a la inmigración ilegal (Frontex).
A modo de resumen y conclusión, tanto la iniciativa Pan-Sahel como su sucesora, la TSCTI, han servido para dinamizar acercamientos multilaterales de carácter subregional, así como para acelerar la implicación de algunos países europeos en la zona [15]. Se puede afirmar que las reuniones de ministros de Asuntos Exteriores de Argelia, Burkina Faso, el Chad, Libia, Malí, Mauritania y Níger, además de las realizadas entre los jefes de los servicios de Información y de Inteligencia de estos países y de los Jefes de Estado Mayor, es una iniciativa puramente africana; pero también es cierto que, en el dinamismo actual en el que se reúnen líderes militares y policiales en marcos multilaterales cada vez con más frecuencia hay una ayuda inicial en el empuje estadounidense bajo la iniciativa Pan-Sahel a principios de esta década y luego continuada por la TSCTI. Sin embargo y, aunque los esfuerzos multilaterales son efectivamente muy deseables y es preciso destacar cualquier iniciativa o esbozo de ella que se produzca al respecto, la lucha antiterrorista sigue y seguirá siendo una labor principalmente nacional. En este caso, el sujeto de análisis, Mauritania.
Como reflexión tras lo analizado, y siguiendo a Manuel de Ramón, parece claro que la solución no puede ser exclusivamente militar, sino que esta lucha debe plantearse desde una «estrategia multidimensional» con la que, además de reforzar a los estados locales -en este caso Mauritania- para que puedan enfrentarse a las bandas, hay que eliminar las condiciones y los conflictos enquistados que permiten la radicalización de sectores sociales y, en definitiva, la propagación del terrorismo [16]. Es indudable que sólo la combinación, sostenida en el tiempo, de acciones nacionales y multilaterales podrá acabar con la emergente amenaza terrorista en el Sahel. Además, esta no debe ser sólo entendida como manifestación esporádica de violencia en forma de emboscadas en algunos países de la región, de secuestros o de abundantes amenazas lanzadas en medios audiovisuales, sino que ha de ser vista tanto en términos de desestabilización de largo alcance, como de radicalización de instrumentos terroristas yihadistas salafistas que actúan en otras latitudes.
Notas:
[1]No obstante, hay que remontarse a 1996, cuando se creó un marco informal de reuniones entre ministros del Interior de algunos países del Sahel y de sus estribaciones. También es cierto el inicial carácter limitado tanto respecto a países como a competencias.
[2]Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos percibe que Al Qaeda buscaba lugares para desplegarse, tras su desalojo de Afganistán. Con la publicación de la «National Security Strategy» de 2002, los EEUU reconocieron explícitamente la amenaza que suponían para sus intereses estados débiles, como los de este área. Este documento subrayaba que, si bien la pobreza no convierte necesariamente al hombre en terrorista, combinada con gobiernos débiles y corruptos, hace vulnerables a los países y sus fronteras a las redes del terror y del crimen organizado. MORALES TRUEBA, Adolfo: «Aproximación occidental y africana al problema del Sahel». Instituto Español de Estudios Estratégico (IEEE). Nº 26, marzo de 2011. Pág. 3.
[3]ECHEVERRÍA JESÚS, Carlos: «La evolución de la amenaza terrorista en el Sahel». Revista del Ejército de Tierra Español. Nº 832, julio-agosto 2010. Pág. 28.
[4] KAPLAN, Robert D.: Por tierra, mar y aire. Las huellas globales del ejército americano. Ediciones B. Barcelona, 2008. Pág. 27.
[5] El TSCTI aporta cerca de 150 millones de dólares anuales desde2005 a los países de la zona para entrenar a los ejércitos y fomentar el desarrollo económico.
ESCOBAR STEMMANN, Juan José: «Al Qaeda en el Magreb Islámico: del Sahel a España». Revista Política Exterior. Nº 134. Marzo/abril 2010. Pág. 88
[6] MORALES TRUEBA, Adolfo: «Aproximación occidental y africana…». Op. Cit. Pág. 3.
[7] La propuesta de establecer AFRICOM, el mando estadounidense dedicado exclusivamente al continente africano, fue hecha pública en febrero de 2007 por el presidente George W. Bush. Su base está en Europa, aunque uno de sus objetivos es ubicar este organismo coordinador en tierras africanas. Pese a que el ejército estadounidense es clave para el futuro de esta iniciativa, desde Washington se ha intentado vestir al AFRICOM de una manera que aspira a ser visto como un esfuerzo para el desarrollo de esos países más que como un modo de coordinación y dirección de operaciones militares. La progresión del presupuesto de este Mando Regional va acorde a la relevancia que va adquiriendo: de 50 millones de dólares en 2007 ha pasado a 310 millones en 2010. Gran parte de ellos invertidos en proporcionar asistencia militar y equipamiento a las Fuerzas Armadas de países como Mali o Níger. NÚÑEZ VILLAVERDE, Jesús A., HAGERAATS, Balder y KOTOMSKA, Malgorzata: Terrorismo internacional en África. La construcción de una amenaza en el Sahel. Los libros de la catarata, Madrid, 2009. Pág. 187.
[8] MORALES TRUEBA, Adolfo: «Aproximación occidental y africana…». Op. Cit. Pág. 11.
[9] TOURÉ, Kadiata: «Estrategias políticas y cooperación entre los países del Sahel para combatir el terrorismo en Mauritania». Cuadernos del Mediterráneo. Edita Instituto Europeo del Mediterráneo (Iemed). 2010. Pág. 252.
[10] La ausencia de Marruecos en ambas iniciativas debe considerarse consecuencia de la tradicional enemistad con Argelia.
[11] TOURÉ, Kadiata: «Estrategias políticas y cooperación…». Op. Cit. Pág. 252.
[12] MORALES TRUEBA, Adolfo: «Aproximación occidental y africana…». Op. Cit. Pág. 7.
[13] Ibídem.
[14] MORALES TRUEBA, Adolfo: «Aproximación occidental y africana…». Op. Cit. Pág. 9
[15] ECHEVERRÍA JESÚS, C. «La evolución de la amenaza terrorista…». Op. Cit. Pág. 28.
[16] DE RAMÓN, Manuel: «El Sahel puede ser el próximo Afganistán». Revista Atenea, Nº 23. Pág. 26.