América Latina mira al Pacífico
(Para Radio Nerderland)
El presidente peruano Ollanta Humala visita Japón y Corea del Sur. Su homólogo colombiano Juan Manuel Santos se encuentra de gira por China.
En Montevideo (Uruguay) se prepara la próxima puesta en marcha del Observatorio de las relaciones entre América Latina y Asia Pacífico que, según dicen sus promotores, «dotará de insumos para el desarrollo de la región».
¿Meras coincidencias? Mucho más que eso: las relaciones entre América Latina y Asia se han desarrollado enormemente durante la última década y se están acelerando aún más en la presente. Y si durante muchos años fue Japón el punto de referencia asiático para los países latinoamericanos, ahora China con su insaciable voracidad de materias primas se convierte en la nueva referencia.
Y se están sumando rápidamente otros países como Malasia, Indonesia o Corea del Sur. Enormes mutaciones en el escenario internacional que en tiempos de crisis en Europa y los Estados Unidos adquieren especial relevancia. Aunque los impactos no son todos positivos y el coste social y medioambiental de este fenómeno están creciendo también de un modo preocupante.
Un crecimiento comercial acelerado
Desde el inicio del siglo XXI los intercambios comerciales entre América Latina – Caribe y Asia han crecido a una tasa promedio anual del 20% alcanzando alrededor de 442 mil millones de dólares en 2011. China es el segundo socio comercial más importante de la región latinoamericana y amenaza con desplazar a los Estados Unidos.
Junto a este crecimiento comercial, las inversiones de empresas asiáticas en América Latina han crecido también y ambos fenómenos han llevado a la firma de más de dieciocho acuerdos de libre comercio en los últimos años.
Incluso los bancos regionales han avanzado en sus formas de cooperación y en un reciente artículo los presidentes del Banco Interamericano de Desarrollo Luis Alberto Moreno, y del Banco Asiático de Desarrollo Haruhiko Kuroda manifestaban que «Para garantizar el máximo impacto del conocimiento interregional compartido, el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Interamericano de Desarrollo establecieron un acuerdo de cooperación sur-sur para ayudar a sus países-miembros a enfrentar cuestiones complejas como la integración regional, la infraestructura, las energías renovables, el cambio climático, el desarrollo institucional y las políticas sociales» añadiendo que «Como socios, compartimos la participación en el crecimiento sostenible que protegerá nuestros recursos naturales y el ambiente, maximizará la ventaja comparativa de cada región y promoverá el desarrollo social equitativo».
Y son precisamente estos últimos aspectos los que más allá de la retórica de este tipo de declaraciones, no están garantizados.
Según datos de la Agencia Internacional de Energía en el año 2009, por primera vez en la historia, China superó a EEUU como principal consumidor de materias primas en el mundo. Venezuela es, por ejemplo, uno de los países que concentra el mayor flujo de inversiones chinas en el sector petrolero y otros países latinoamericanos son actualmente las principales fuentes de provisión de materias primas para el gigante asiático. El hecho de que ambas regiones hayan crecido a promedios anuales de en torno el 5% en América Latina y el 7% en Asia es considerado como un elemento significativo en plena crisis económica.
Impactos sociales preocupantes
Sin embargo, como siembre sucede, estos datos de crecimiento que son presentados como oportunidades de desarrollo en ambas regiones están teniendo también impactos negativos que no están siendo suficientemente tenidos en cuenta y que suponen riesgos de futuro.
La industria extractiva masiva en muchos países de la región está ocasionando costes ambientales muy elevados e incluso desplazamiento de poblaciones. La enorme demanda asiática está haciendo que muchos países de América latina estén tomando decisiones muy arriesgadas.
Pero más allá de eso, las importaciones masivas de manufacturas chinas en todos los países del subcontinente ha crecido de modo tan importante que ha afectado a la supervivencia de muchas pequeñas y medianas empresas.
Sumado a esto el aumento de exportaciones de productos manufacturados asiáticos a los Estados Unidos está desplazando a exportadores de México, Caribe y Centroamérica de lo que era su mercado más importante.
Como aspectos positivos de largo plazo, algunos autores como el profesor Javier Santiso sugieren el «efecto aprendizaje», en el sentido de lo que pueden asimilar las economías latinoamericanas de la experiencia económica china y de los cambios en el modelo de paradigma del desarrollo.
Y aunque deba tomarse con todas las cautelas, en unos momentos en que la economía capitalista está dando muestras de problemas que le son inherentes, abrirse a otras experiencias parece razonable.