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Activistas y humanitarios: a vueltas con la ayuda humanitaria

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(Para Radio Nederland)
En el 2008, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 19 de agosto ‘Día internacional de la asistencia humanitaria’, para conmemorar a las víctimas del atentado que en esa…

 Desde su consolidación como término a mediados del siglo XIX, el adjetivo «humanitario» ha sido objeto de todo tipo de interpretaciones y también, por qué no decirlo, de manipulaciones que tratan de apropiarse de su carácter supuestamente benéfico para adjetivar – y pretendidamente justificar – cualquier sustantivo.

Así, a lo largo de la historia hemos visto usado el término en expresiones tan curiosas como «guerra humanitaria», «bombardeos humanitarios», «injerencia humanitaria», «imperialismo humanitario», «internacionalismo humanitario», «intervención humanitaria coercitiva» y toda una pléyade de expresiones que manipulan el origen y el contenido esencial de la palabreja.

Manía humanitaria
La frase, escrita por el feroz crítico literario francés Sainte-Beuve « Chaque siècle a sa marotte ; le nôtre, qui ne plaisante pas, a la marotte humanitaire. » (Cada siglo tiene su manía: el nuestro, que no se tome a broma, tiene la manía humanitaria) nos da algunas de las claves de lo que decimos. Y fue escrita a mediados del siglo XIX.

Desde aquella época, y desde la creación del propio término «humanitario» como derivado de humanidad bajo los efectos aún de la Revolución Francesa, la potencia del mismo ha hecho que, desde muy diversas posiciones, se comenzara a adjetivar como humanitarias numerosas acciones que poco tenían que ver con el origen del mismo y con su contenido esencial.

La manía por utilizar un término que parece conceder legitimidad y carácter bondadoso a aquello que adjetiva, se extendió rápidamente en el siglo XIX y de ahí la diatriba de Sainte-Beuve. Y mucho nos tememos que esta manía ha cobrado nuevos bríos desde finales del siglo XX y primera década del siglo XXI.

Humanitarismo y derecho?
El humanitarismo moderno nace en los campos de batalla, pero surge precisamente para paliar los desastres causados por la guerra y para aliviar el sufrimiento de las víctimas que la guerra produce. Y surge, y ésa es la primera vez que se usa el término de modo convencional, de la mano del derecho; del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Desde su inicio, tras la presencia de Henri Dunant en la batalla de Solferino, el humanitarismo no ha sido sólo asistencia, ayuda, impulso caritativo. No. Ha sido todo eso pero de la mano del derecho. De un derecho que surge para garantizar cierta protección a ciertas categorías de víctimas. Y no olvidemos que el Primer Convenio de Ginebra de 1864 se refiere sólo a los militares heridos y enfermos en los campos de batalla, pues ellos eran las principales víctimas de aquellas guerras. En el Tercer Convenio se incorpora a los prisioneros, y sólo en el Cuarto Convenio se incorpora a la población civil como sujeto de protección del DIH.

Pero el humanitarismo, desde su inicio, incluye otra idea. La prestación de asistencia a las víctimas la deben hacer organizaciones imparciales, pues sólo de ese modo se garantiza que se pueda llegar a las víctimas sin importar el bando al que pertenezcan. No olvidemos que en aquellas guerras, y eso fue lo que vio Dunant en Solferino y por lo que decidió actuar, los ejércitos ni tan siquiera socorrían a los suyos. Por tanto, la prestación de asistencia por parte de organizaciones imparciales es consustancial a la acción humanitaria y así se recoge en los Convenios de Ginebra. (Artículo 9 Primer Convenio. Actualizado en 1949).

De ahí surge la creación del Comité Internacional de la Cruz Roja como institución «guardián» del DIH, y con mandato para prestar asistencia y velar por la protección de las víctimas de las guerras. Y es de ahí de donde surgen también muchas otras ONG que han prestado ayuda y protección en situaciones de conflicto durante muchas décadas. Y evidentemente han surgido en la historia numerosos debates sobre este asunto y numerosas visiones diversas de lo humanitario. La propia creación de Médicos sin Fronteras y de otras ONG que quieren hacer compatible acción y testimonio o denuncia así lo atestigua. Pero la idea de imparcialidad se ha consolidado como idea esencial del humanitarismo.

EEUU y la Contra nicaragüense?
Pero hay más. También la jurisprudencia internacional ha ido afirmando y afianzando este principio básico de imparcialidad para poder llamar a algo «humanitario». La sentencia del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya de 1986 en el caso Nicaragua contra Estados Unidos por el apoyo de éste a las actividades militares y paramilitares de la «contra», no deja resquicio de duda. En ese famoso caso, Estados Unidos argumentó que la ayuda prestada a la contrainsurgencia nicaragüense era de carácter humanitario pues eso era lo que había decidido el Congreso de los Estados Unidos y consistía en alimentos, ropas, medicinas y no incluía armas. El Tribunal, aparte de demostrar que también había habido entrega de armas y entrenamiento militar, afirmaba que, incluso en el caso de que la ayuda hubiera consistido en productos de primera necesidad, alimentos, etc, no podía considerarse humanitaria pues no se había realizado sobre la base de la no discriminación de las víctimas y no había ido dirigida hacia los más necesitados de la población de Nicaragua (punto 243 de la Sentencia del caso Nicaragua contra Estados Unidos por las actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua. Junio 1986). Y es significativo que para esa decisión, el Tribunal se basara por supuesto en el DIH, pero también en los principios y la práctica de la Cruz Roja, considerándolos como algo consuetudinario.

Digámoslo más claro. Ayudar a los amigos, a los aliados, a los socios, es algo muy humano. Si quieren, es tan humano que es totalmente comprensible. El vocabulario español tiene numerosas palabras para definirlo: provisión de socorro, ayuda sanitaria, envío de alimentos, ayuda sin más,… lo que quieran, pero si no reúne el mínimo requisito de no discriminación y de imparcialidad no podrá ser llamado ayuda humanitaria.

Franja de Gaza?
Ante una violación tan flagrante del DIH y los derechos humanos como el bloqueo por parte del gobierno de Israel a la Franja de Gaza y el incumplimiento de sus obligaciones de asistencia como potencia invasora, con las consecuencias humanitarias que ello tiene sobre la población civil, cualquier forma de activismo, de solidaridad política, de ayuda de cualquier tipo, es legítima. Incluso ese tipo de acciones pueden ser mucho más necesarias y eficaces que la mera asistencia humanitaria. Pero son otra cosa y la mezcla de ambas estamos convencidos de que no beneficiará a nadie.

Como ha dicho el propio CICR «la ayuda humanitaria, por sí sola, no puede satisfacer las masivas necesidades de la población de Gaza, donde los civiles están pagando las consecuencias del bloqueo y las continuas hostilidades. El CICR exhorta a Israel a levantar el bloqueo y apela a los Estados, las autoridades políticas y los grupos armados organizados concernidos a hacer lo necesario para que se reabra la Franja de Gaza y se preserve la vida y la dignidad de su población civil.

La criminal e injustificada respuesta del ejército israelí a la Flota de la Libertad, ocasionando la muerte de al menos diez activistas solidarios, eclipsa en estos días cualquier otra consideración o la hace aparecer como secundaria. Esos crímenes deben ser investigados y sus responsables juzgados. Pero mientras tanto, respetemos el espacio y los valores de la acción humanitaria, y no la mezclemos con otras formas de actuación que generarán confusión y harán mucho más difícil la ayuda humanitaria en el futuro de lo que ya es hoy.

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