Mapa del hambre en algunas regiones del Cuerno de África
En el año 2013, publicamos un artículo sobre las graves consecuencias alimentaria que vivía el Cuerno de África. Los conflictos que cada país vive a nivel externo e interno (Etiopía y Ogadén; los distintos focos de conflicto en Sudán y la crisis de Sudán del Sur, al-Shabad en Somalia, etc.), unidos a las sequías extremas, la presión demográfica, los grandes desplazamientos de población, y la incapacidad de los gobiernos para atender las necesidades alimentarias de la población eran algunas de las causas de una crisis de alimentos que dejó tasas de desnutrición de entre un 20% y un 40% en los distintos países de la zona oriental de África. Ahora, tres años después, el fenómeno meteorológico de El Niño ha provocado unas consecuencias similares en la región.
Evidentemente, la situación que vive en la actualidad el Cuerno de África no se debe única y exclusivamente a un solo factor: como ya hemos dicho, influyen también otras dimensiones (sociales, políticas, económicas, etc.). Sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en cómo las causas meteorológicas, en este caso el fenómeno de El Niño, han afectado negativamente a los países del Cuerno de África (entre los países más afectados se encuentran Somalia, Etiopía, Sudán y Sudán del Sur) y a la seguridad alimentaria de sus poblaciones.
Contexto general
El calentamiento anormal de la temperatura superficial del mar en la parte Sur del mundo (conocido desde hace tiempo como fenómeno de El Niño) ha desencadenado graves sequías, inundaciones y temperaturas extremas de calor en los distintos países de la región. Estas condiciones climatológicas comenzaron en septiembre del año 2015 y se han extendido, por el momento, hasta mediados de 2016. No obstante, el fenómeno puede llegar a durar hasta 18 meses.
La principal consecuencia y la que más debilita la seguridad alimentaria de los países que analizaremos a continuación es el daño en la producción de cosechas para lo que resta de año, y sus efectos en el mal estado del ganado. Puesto que las condiciones climáticas han impedido el correcto crecimiento de los cultivos, las comunidades locales se enfrentarán en los próximos meses a una merma en los beneficios agrícolas que las tierras producían. Este impacto será todavía mayor en las poblaciones que utilizan la agricultura de subsistencia. Respecto a la ganadería, los cambios en el clima también han afectado a los pastos, por lo que muchos ganaderos se han visto obligados a emigrar para encontrar zonas en las que sus animales puedan sobrevivir, con lo que se arriesgan a perder una gran cantidad de ganado durante el viaje.
En Etiopía, la proporción de personas subalimentadas asciende a un 32%. Las consecuencias para este país son especialmente graves, ya que la agricultura sostiene la mitad del PIB nacional y un 80% del empleo total. El deterioro de estas condiciones agrícolas por la climatología ha provocado que alrededor de 10,2 millones de etíopes se encuentren ahora en estado de inseguridad alimentaria, según el informe FAO in Ethiopia. El Niño Response Plan 2016. Las tasas de malnutrición son muy altas y un tercio de los distritos etíopes se encuentran en estado de crisis alimentaria y nutricional. Por otra parte, 654.000 hogares que dependen de la ganadería necesitan ayuda para poder mantener a los animales.
En el caso de Somalia, el impacto de El Niño ha provocado inicialmente una gran sequía, sobre todo en las regiones de Puntlandia y Somalilandia (norte y este del país). La inseguridad alimentaria alcanza ya a 4,7 millones de personas y algunas zonas no han experimentado lluvias regulares en dos años.
Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta Somalia es a la proliferación de precipitaciones e inundaciones irregulares. En la actualidad, decenas de miles de personas se han visto desplazadas por esta circunstancia y 30.000 personas necesitan alimentos y agua potable, de acuerdo al informe 2015-2016 El Niño. Early Action and Response for Agriculture, Food Security and Nutrition de la FAO (2016). Las cosechas están inundadas y los agricultores ya dan por perdido lo que quedaba de producto.
En Sudán, donde un 70% depende de la agricultura y de la lluvia, 4,6 millones de personas viven con inseguridad alimentaria, 8,4 millones de animales dedicados a la ganadería necesitan ayuda y este año las cosechas nacionales de cereal se han visto reducidas en un 25%, además de que los precios en los mercados han aumentado en consecuencia. Por otra parte, los conflictos en el Nilo Azul, Kordofán del Sur y en los estados de Darfur agravan todavía más la crisis agrícola.
Sudán del Sur, a su vez, hace frente a una situación todavía más preocupante. En 2015, 2,5 millones de personas se encontraban en el nivel de crisis y en el de emergencia (fase 3 y 4, respectivamente, de la clasificación integrada de la seguridad alimentaria y la fase humanitaria [CIF]). Según datos del informe Special Report. FAO/WFP Crop and Food Security Assessment Mission to South Sudan, un 49% de la población sursudanesa vive en condiciones de inseguridad alimentaria. Los mercados están muy limitados y el precio de los alimentos básicos se ha encarecido. Las zonas más afectadas son aquellas azotadas por el conflicto, como la región del Alto Nilo, pero también hay otras áreas perjudicadas (Bar el Gazal del Norte).
Colectivos en situación de especial vulnerabilidad
Ante la situación que viven estos cuatro países del Cuerno de África, las amenazas que sufren ciertos colectivos de la sociedad se ven intensificadas.
- Mujeres: Un informe conjunto de OCHA, FAO y PMA (2015), Sudan. El Niño Mitigation and Preparedness Plan calcula que, solo en Sudán, casi dos millones de mujeres y niñas se han visto afectadas por fenómeno de El Niño. Además, junto a la falta de alimentos, al embarazo y a la lactancia, la escasez de agua y la violencia sexual también se convierten en amenazas que agravan su situación. Particularmente, un informe de UNICEF y OCHA muestra que los países en los que se producen sequías e inseguridad alimentaria, se produce un aumento en los matrimonios infantiles (40%, 45% y 52%, respectivamente, en Etiopía, Somalia y Sudán del Sur).
- Infancia: La desnutrición infantil es uno de los principales problemas derivados de la inseguridad alimentaria. Como ejemplo, los datos actuales de UNICEF revelan que, en Etiopía, 2,5 millones de niños y niñas sufren desnutrición aguda severa (MAM, por sus siglas en inglés) y 458.000 niños por debajo de los 5 años necesita tratamiento por desnutrición aguda severa (SAM, por sus siglas en inglés). En Somalia, la cifra de niños y niñas con desnutrición aguda severa asciende a aproximadamente 100.000.
- Personas refugiadas y desplazadas, con discapacidad y mayores: En los principales campamentos de acogida, se están llevando a cabo análisis para conocer el nivel de desnutrición y de necesidad alimentaria de los refugiados y PDI. También se están llevando a cabo distribuciones de alimentos y en Sudán se ha atendido ya a 76.513 refugiados y en Etiopía a 16.045 familias.
¿Qué se está haciendo al respecto?
El principal enfoque que se sigue ante esta crisis es atender a las comunidades más afectadas para paliar la desnutrición y, evidentemente, la respuesta humanitaria debe ser el primer paso a seguir para asegurar el bienestar y el equilibrio de las comunidades. No obstante, este esfuerzo humanitario debe ir seguido de un segundo paso, que permita al país y a sus poblaciones estar preparados para otra situación similar, con atención especial a la resiliencia y al desarrollo como conceptos fundamentales.
Así, en el caso de Etiopía, tras las hambrunas que sufrió el país en 1984, el gobierno implementó una red extensiva de seguridad alimentaria (Programa de Red de Protección Productiva) que permite que siete millones de personas que se han quedado sin medios de vida por el desastre trabajen en proyectos de infraestructura pública a cambio de alimentos y una paga económica, según los datos extraídos del documento El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo de la FAO, el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) y el PMA (2012). Asimismo, también hay una reserva nacional de alimentos y sistemas de alerta temprana, que se centran en la comunicación entre los woredas, a partir del documento Policy and Institutional Framework for Effective Disaster Risk Management in Ethiopia del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2013).
En Somalia, el gobierno y las comunidades locales han trabajado para reforzar los cursos de los ríos, fortalecer los diques, gestionar los cadáveres del ganado para evitar posibles enfermedades, proteger las semillas y el grano, etc. En Sudán, se está llevando a cabo un análisis multisectorial y, en colaboración con el gobierno, se ha desplegado un proyecto para ayudar a 1,6 millones de agricultores; y en Sudán del Sur, los esfuerzos humanitarios se están centrando en alcanzar a 10 provincias y proporcionar ayuda alimentaria y sanitaria a cientos de miles de personas.
A nivel local, eso sí, y gracias a la resiliencia, las comunidades tienen sus propias capacidades para lidiar con el fenómeno climatológico. En Etiopía, los agricultores se han unido para mejorar los sistemas de almacenamiento de agua y para desarrollar sistemas de aviso por radio y SMS. En Somalia, muchas familias y personas desplazadas han recibido formación para construir sus propios almacenes de grano y semillas y para aprender el oficio de la pesca que les permita subsistir.
No obstante, la comunidad internacional también apoya a la población ante la crisis, ya que las medidas tomadas por las comunidades locales y por los gobiernos en muchos casos pueden no ser suficientes. Así, las organizaciones internacionales como la FAO, UNICEF, el PMA, el FIDA, junto con los gobiernos, las ONG locales e internacionales y las comunidades, entre otros, trabajan por conseguir la financiación para desarrollar proyectos de preparación, ayuda, reconstrucción y formación en las zonas más afectadas del Cuerno, tanto antes como después del impacto de la amenaza.
La ONU ha activado el sistema de clústeres y los prioritarios en la región son la protección, la seguridad alimentaria (alimentos para las poblaciones con mayor tasas de desnutrición, etc.) y WASH. La complementariedad y la cooperación de las ONG y de las distintas organizaciones es fundamental para obtener resultados positivos y paliar en la medida de lo posible los efectos adversos de esta crisis.
Así, los principales objetivos dentro de estos clústeres son: reforzar los medios de vida de las comunidades (agrícolas y ganaderos); luchar contra la desnutrición, y la asistencia multisectorial a las poblaciones desplazadas. Entre las medidas más directas, los actores han distribuido paquetes de comida y objetos a las poblaciones más afectadas; han realizado análisis de desnutrición y han puesto en prácticas programas de nutrición en las distintas comunidades.
¿Y qué hay del futuro?
La inseguridad alimentaria y el hambre en el Cuerno de África es algo que siempre se oye en los medios y lo tomamos como algo dado o predeterminado. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que las condiciones climáticas son duras y que el fenómeno de El Niño las ha exacerbado a unos niveles muy altos, y no es menos cierto que la región vive otras causas que propician estos problemas: conflictos, migraciones masivas, explotación de tierras, etc. No obstante, eso no hace que sea imposible de erradicar. A través de un esfuerzo proactivo, conjunto (internacional, estatal y local) y eficaz, se puede contribuir a eliminar la hambruna en esta región.
Para ello, en primer lugar, la respuesta humanitaria debe recibir la financiación suficiente (que actualmente no consigue) para poder paliar y mejorar la situación de todos los que están sufriendo en Etiopía, Somalia, Sudán y Sudán del Sur. Segundo, una vez termine la fase más urgente de respuesta, deben combinarse los esfuerzos humanitarios de recuperación con enfoques y medidas concretas de RRD, resiliencia y desarrollo, que permitan que las comunidades afectadas puedan ser autosuficientes y que respondan por sí mismas a situaciones similares de crisis, con el objetivo de minimizar los efectos de las distintas causas de las hambrunas.
Por otra parte, en esta situación resulta importante prestar atención a la construcción de resiliencia. En concreto, nos referimos a identificar, a posteriori, las causas de la crisis y ofrecer mejoras a los colectivos en mayor situación de vulnerabilidad ante estas amenazas. Este factor permitirá que los colectivos amenazados puedan estar más preparados ante el surgimiento de una nueva sequía y sean capaces de adaptarse a la amenaza y minimizar sus pérdidas.
El ejemplo más exitoso en este campo ha sido el de la respuesta que se dio a las sequías en Sahel. En esta región, con un largo historial de sequías y crisis nutricionales (2005, 2008, 2010 y 2012, además de la actual, se han ido desplegando distintos planes para responder con mayor eficiencia a la amenaza y para que las poblaciones sean capaces de resistir por sí mismas y salvaguardar su situación y sus medios de vida. El plan AGIR (Global Alliance for Resilience Initiative) lleva, desde 2012, trabajando por reducir la desnutrición, la mortalidad infantil y el porcentaje de personas sin acceso básicos a los recursos, entre otros, en Mali, Mauritania, Burkina Faso o Níger. Con proyectos como el de facilitar formas de conseguir alimentos, dinero y productos a cambio de trabajos sociales; con medidas de alerta temprana que permiten la predictibilidad de la sequías; y con la financiación en sectores clave para la protección de los colectivos en mayor situación de vulnerabilidad, los resultados han permitido que este año el impacto del fenómeno de El Niño sea mucho menor que en las sequías de los años anteriores.
En definitiva, según las previsiones de la DG ECHO de la UE, se espera que el clima cálido y seco persista en el Cuerno de África. Puede que El Niño esté perdiendo fuerza, pero las comunidades de África deben recuperarse y prepararse para el final de este fenómeno y el inicio del siguiente, La Niña, y, en este marco, es necesario que continúen los proyectos de preparación, mitigación, formación y resiliencia de las comunidades locales.
Más información:
El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo de la FAO, el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) y el PMA (2012).
Mapa de inseguridad alimentaria de la FAO (2016).
El Niño Response Plan 2016 for Ethiopia de la FAO. (2016).
2015-2016 El Niño. Early Action and Response for Agriculture, Food Security and Nutrition de la FAO. (05/2016).
IFAD.
Fuente de la imagen: UNICEF Ethiopia. 2014. ETHA_2014_00121.