Las rentas de los hidrocarburos en Argelia
Del libro El precio oculto de la Tierra
(1.Introducción)
Visto desde Europa, Argelia es un país mediterráneo, rico en hidrocarburos y que intenta dejar atrás una contienda civil de trágicas consecuencias. Para un grupo de países del sur de Europa –entre ellos, España1 –, dicha riqueza se concreta en la importación de volúmenes muy considerables de gas argelino. El suministro energético es, por tanto, una cuestión prioritaria en la agenda política y mediática europea, junto con la presencia de sus multinacionales en Argelia, las exportaciones comerciales a este país y, últimamente, la estrategia de internacionalización del sector del gas argelino.
Las líneas que siguen tratan sobre la cuestión de los hidrocarburos, pero desde la óptica de la gestión de las rentas que derivan de su explotación. Sobre el papel, estos ingresos deberían haber sido el motor de desarrollo de Argelia tras su independencia en 1962. En la práctica, cualquier intento de conformar un modelo político y socio-económico generador de prosperidad y estabilidad para el conjunto de la población argelina se ha visto continuamente lastrado por los intereses suscitados en torno a dichas rentas. Unas rentas que han supuesto, desde 1975 hasta 2006, entre el 26 y el 50% del PIB, entre el 54 y el 70% de los ingresos presupuestarios y entre el 95 y el 98% de los ingresos por exportaciones. Estas cifras dan una idea de la dependencia del Estado argelino de los hidrocarburos, y de los retos consiguientes.
Como en tantos otros países ricos en recursos naturales, las referidas rentas han sido en Argelia una fuente primordial de poder y de enriquecimiento individual. Es en este ámbito de vinculación y confusión entre la esfera política y la económica, en el que los intereses en torno a dichas rentas pervierten tanto las decisiones políticas como las económicas, en el que se centran las siguientes líneas. En ellas se relacionan, en primer lugar, una serie de aspectos de orden histórico, político, jurídico, económico y social, que revelan la significación de la cuestión, su carácter transversal y las implicaciones resultantes. Dado que el centro neurálgico de la producción de dichas rentas es la empresa estatal de hidrocarburos, se le dedica a ésta un apartado específico. Por último, se aborda la etapa actual que atraviesa Argelia, considerada a partir de los inicios del siglo XXI.
Tratándose de un sector económico complejo, con diversas fases de desarrollo empresarial, diferentes variables que determinan la política interna, y muy condicionado por el contexto internacional, hay numerosas cuestiones relevantes que inciden en el ámbito de este texto, pero que quedan fuera del alcance del mismo.
2.Desde la independencia hasta la nacionalización de los hidrocarburos
Los hidrocarburos hicieron su aparición en la escena argelina en el año 1956, con el descubrimiento por Francia, en el desierto del Sáhara argelino, de un ingente yacimiento de petróleo (el de Hassi Messaoud) y otro de gas (el de Hassi R´mel). Los consiguientes intentos para preservar dicha región bajo jurisdicción francesa contribuyeron directamente a la prolongación, durante seis años, de la guerra de liberación nacional2 .
Una vez adquirida la independencia, el nuevo Estado argelino, con una ingente tarea por delante en todos los terrenos, se apoyó en dos pilares fundamentales. A nivel político, sus líderes ostentaban una respetada legitimidad, derivada del prestigio revolucionario adquirido durante los años previos. En el plano económico, y bajo un modelo socialista de economía centralizada, la explotación de los hidrocarburos debía ser la herramienta por excelencia de crecimiento económico, la cual permitiría cumplir con las aspiraciones nacionales de justicia social.
En base a dichos principios, la nacionalización, esbozada en sus líneas generales por el Frente de Liberación Nacional (FLN) –partido único, cuya elite estaba respaldad por el ejército¬– fue tomando forma. El primer paso fue superar los Acuerdos de Evián de1962, por los que Francia y Argelia crearon una comisión mixta de gestión,y la exigua cuota argelina en la producción de los hidrocarburos (el 12%)3 . Esto dio lugar a los Acuerdos de Argel (1965), mediante la creación de una asociación entre ambos países para explotar al 50% los yacimientos de petróleo que se descubriesen. Entre ambas fechas se creó, en 1963, la compañía estatal Sociedad Nacional de Transporte y de Comercialización de Hidrocarburos (Sonatrach), que extendió su competencia a todas las fases del sector tres años después.
La tendencia anterior se materializó, a partir de 1967, mediante el control por parte del régimen argelino de las actividades de las empresas británicas y estadounidenses que operaban en el país (en un contexto internacional marcado por la tercera guerra árabe-israelí). En 1969, Argelia se incorporó a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), con un discurso que abogaba por la adquisición de las participaciones de las compañías extranjeras.
Finalmente, con la decisión de nacionalizar los hidrocarburos, adoptada en 1971, se culminó el proceso iniciado con la independencia, sentando, a su vez, un precedente para los demás países productores miembros de la OPEP. Con esta decisión se incrementó considerablemente el potencial de los hidrocarburos como herramienta de industrialización4 . Sonatrach elevó su porcentaje en producción de gas y transporte de hidrocarburos al 100%, y en producción de petróleo al 70%.
3.Política económica y gestión de rentas
Sin embargo, la referida utilidad económica no tendría una traslación efectiva a la práctica en los años venideros. Por un lado, el intensivo plan de inversiones, favorecido por los precios alcistas del petróleo a raíz de la crisis de 1973-74, y consistente en la adquisición en el exterior de numerosas empresas “llave en mano” (muchas de ellas del sector de hidrocarburos), fracasó ampliamente, debido a una gestión ineficiente, lo que derivó en un aumento exponencial de la deuda externa5.
Por otro, se produjo a posteriori una gran expansión del sector de importación de todo tipo de bienes. El crecimiento de este sector tuvo una correlación inversa con el ínfimo desarrollo de los sectores industriales productivos sin relación con los hidrocarburos, cuya contrapartida fue una excesiva concentración de la inversión en este último, con una limitada capacidad para generar empleo; a lo que hay que añadir importantes déficit políticos que lastraron el crecimiento del sector agrícola. A través de las importaciones comerciales, y gracias a la reventa de productos subvencionados, se generaron grandes beneficios, en los que participaron empresas públicas, en detrimento de su vertiente productiva.
En la década de los ochenta dicho sector comercial se terminó revistiendo de economía privada, en virtud de una tímida liberalización en el sector agrícola y de productos alimenticios; y con un número creciente de tecnócratas operando en el sector privado6. Bajo la cobertura de las instituciones oficiales se registró un gran desarrollo de las redes de patronazgo, conformadas por los diversos clanes del poder, y presididos por la jerarquía militar, además de altos funcionarios y otros grupos de interés.
El monopolio estatal sobre el comercio exterior y el control de divisas (éste último, de 1978 a 1993) fueron las piezas centrales de un sistema alimentado por las rentas de los hidrocarburos y creado en torno a intereses particulares. A nivel operativo, se utilizaron de forma selectiva tanto el otorgamiento de licencias de importación como los controles sanitarios y de aduanas, y se recabó el inestimable apoyo del poder judicial. A modo de ejemplo, y conforme a las mismas pautas de actuación, el fondo de reserva para combatir la penuria creado con las rentas de los hidrocarburos entre 1979 y 1982, se terminó utilizando para incrementar el flujo de importaciones de productos de consumo7.
Por otro lado, es también en la década de los ochenta cuando, a través del sector comercial privado, se desarrolló una economía paralela que sorteaba las restricciones oficiales y la escasez de suministros, y ofrecía empleo a una población con grandes carencias. Las interrelaciones entre el sector comercial y este ingente mercado negro (denominado “trabendo”) controlado en buena medida por los islamistas y con una fuerte dosis de violencia, ambos al margen del control estatal y fiscal, terminaron creando también sus redes sociales y políticas8.
Mientras tanto, Sonatrach había ido asumiendo en solitario la explotación de los hidrocarburos, debido al abandono de las empresas extranjeras ante las condiciones impuestas a partir de la nacionalización9. El descenso resultante en rentabilidad y nuevos descubrimientos, obligó al régimen argelino, en 1986, a una primera apertura al exterior en el sector upstream (prospección, exploración y producción), mediante una nueva ley que introdujo nuevos tipos de contrato con los inversores y una reducción de la fiscalidad. Esta ley fue modificada en 1991, para que dichas multinacionales pudieran participar en los yacimientos descubiertos y no desarrollados, o en la producción, y tuvieran más atractivos en el sector de gas upstream10.
4.La crisis de 1986
La anterior situación económica, expuesta a grandes rasgos, refleja hasta qué punto la estabilidad social estaba vinculada directamente a la gestión de la renta de los hidrocarburos y las políticas económicas derivadas. La confirmación de este extremo vino de la mano de una nueva, y drástica, caída de los precios del petróleo a partir de 1986 (con un descenso de un 40%). El régimen argelino tuvo que destinar los menguantes ingresos de los hidrocarburos al pago de la deuda externa (el porcentaje de los ingresos de exportación destinados al efecto pasó de un 33% en 1982, a un 86% en 1988). A su vez, el recorte sustancial de divisas afectó directamente a la capacidad para el pago de las importaciones, en las que se había concentrado el grueso de la oferta nacional de bienes.
La población, que ya había protagonizado protestas masivas en Cabilia (en 1980) y en Saïda (en 1982), respondió a la crisis con nuevas revueltas sociales en Constantina y Sétif, que, al igual que las anteriores, fueron reprimidas con contundencia por parte de las fuerzas de seguridad. En 1989, una tardía reforma constitucional inauguró el multipartidismo y pretendió poner fin a la implicación del ejército en el proceso político. Las nuevas reglas del juego dieron paso a la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS) en las elecciones municipales y regionales de junio de 1990. Los islamistas del FIS, que condicionaban la legitimidad del régimen a un adecuado reparto de la riqueza, vencieron también, de forma contundente, en la primera vuelta de las generales, en 1991.
La posterior intervención del ejército, suspendiendo el proceso electoral y declarando el estado de urgencia, fue vista por los gobiernos occidentales, con Francia a la cabeza, como un mal menor para frenar una situación de inestabilidad que, además, amenazaba los suministros energéticos. La posterior espiral de violencia que envolvió al país dejó durante la década siguiente un saldo aproximado de 200.000 muertos y un millón y medio de desplazados internos. En el plano económico, el régimen intentó evitar por todos los medios, con un discurso de corte nacionalista, cualquier intervención por parte de los organismos financieros. Pero la situación resultó insostenible en 1994, lo que derivó en la aplicación de un plan de ajuste estructural propuesto por el Fondo Monetario Internacional durante los cuatro años siguientes11. El posterior desmantelamiento de algunos monopolios estatales provocó que determinados clanes se beneficiasen de las privatizaciones.
5.La empresa estatal de hidrocarburos: Sonatrach
Considerada como la “caja negra del régimen”, la empresa pública Sonatrach detenta el monopolio estatal de los hidrocarburos y está bajo el control directo del primer círculo del poder. Su actividad, producción e ingresos se han sustraído al control público y parlamentario, en función de un principio de soberanía cuya geometría siempre ha sido variable12.
En la actualidad, Sonatrach es la primera empresa africana y la duodécima petrolera mundial. Es también, el segundo proveedor de gas natural a Europa (del cual es el tercer exportador mundial) y de gas natural licuado a Estados Unidos (del cual es el segundo exportador mundial)13.
Su aureola de pilar central del Estado, del cual depende el futuro del país, es el resultado de una economía rentista y del papel que juegan los ingresos de los hidrocarburos, determinando las relaciones entre la sociedad y el poder, y, en el seno de éste, entre los grupos de interés y los clanes14. Sonatrach es también un instrumento clave de la política exterior argelina. Su evolución viene, por tanto, marcada por su carácter político y su trascendencia económica y social.
Dichos rasgos son los que explican muchas decisiones relevantes que han jalonado la historia de la compañía. Como, por ejemplo, la destitución por el presidente Chadli Benjedid, en 1978, de toda su cúpula directiva y un buen número de ingenieros y técnicos muy cualificados, así como su decisión de mantenerla al margen de las reformas liberales de finales de los ochenta (que transformaron el resto de las compañías estatales en entidades con creciente autonomía de gestión).
En base a las mismas claves, procede también reseñar el fallido intento del primer ministro Mouloud Hamrouche, a principios de los noventa, de aportar mayor transparencia y liberar a Sonatrach de las responsabilidades gubernamentales (con el fin de que su funcionamiento se atuviese a estrictos criterios empresariales y abandonase los esquemas de maximización de renta); el influyente papel que ha venido jugando el ex sindicato único, la Unión General de los Trabajadores Argelinos, en decisiones como la del presidente Liamin Zerual, en 1995, por la que Sonatrach retomó el control de las compañías de refinado, distribución, petroquímica y servicios petrolíferos; o las presiones de los grupos de interés, en 2000, para que no se derivasen ingresos al fondo de estabilización creado ese mismo año.
Por otro lado, y aunque Sonatrach se ha liberado desde finales de los ochenta de cualquier mecanismo de planificación central, su estructura, compuesta por varios departamentos ministeriales, ha propiciado continuas intromisiones gubernamentales. Por su parte, Sonatrach ha utilizado sus recursos para fomentar el patronazgo y las alianzas, bien para influir en las decisiones del gobierno, bien para evitar el escrutinio de su gestión. Esta competencia por aumentar la cuota de participación en los ingresos (el gobierno a través de impuestos y royalties, y Sonatrach sobre la base del principio de retorno sobre inversiones) ha conducido a una asimetría de información, que ha impedido al gobierno evaluar el grado de eficacia y funcionamiento de la compañía15.
En este sentido, es justo reconocer que desde hace años las máximas empresariales han ido ganando un peso creciente en la gestión. No obstante, sigue sin haber una información disponible adecuada sobre el sistema de distribución de los ingresos, los importes distribuidos y sus destinatarios16.
Por otro lado, su creciente expansión comercial e internacional en el sector del gas, conlleva nuevas políticas de obtención de rentas y acuerdos empresariales de integración con empresas extranjeras, como las españolas17. Esta expansión, de la que Sonatrach espera obtener en diez años un tercio de su cifra total de negocios, debería implicar nuevos criterios de gestión.
En el mercado español, dicha estrategia ha tenido también otras implicaciones, no exentas de tensión, como la autorización otorgada en 2007 a la empresa estatal argelina para que pueda vender directamente hasta 3.000 millones de metros cúbicos de gas anuales en España. Los intereses que existen entre ambos países permiten, al menos por el momento, amortiguar los posibles contenciosos. Lo cual no garantiza una adecuada reconducción de situaciones conflictivas empresariales. Al menos así lo demuestra la rescisión unilateral por Sonatrach de un importante contrato con Repsol YPF y Gas Natural para un proyecto integrado, en la zona de Gassi Touil.
Como se deduce de lo anterior, Sonatrach enfrenta en la actualidad una etapa cargada de retos. Éstos implican, además de una gestión empresarial más eficiente, el reclutamiento masivo de profesionales cualificados y una importante inversión para mejorar la seguridad industrial18. Pese a que no existen referencias estimativas fiables del sector, y aunque se han producido avances muy notables en ámbitos como la quema de gas, cabe constatar que la degradación medioambiental es de gran magnitud19.
6.Los hidrocarburos en el siglo XXI
Con la llegada de Abdelaziz Bouteflika a la presidencia, en 1999, se inaugura una nueva etapa política bajo las consignas del cambio y la estabilidad nacional. A raíz de los atentados del 11-S, el presidente desarrolla, junto con algunos generales del ejército, una estrecha cooperación con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo yihadista. Esta sintonía se extiende también al ámbito de los hidrocarburos, si bien a principios de 2006 parece entrar en una fase de declive20.
Por otro lado, en 2000 se anunció una nueva reforma de dicho sector, con el fin de proceder a una sustancial liberalización y descargar a Sonatrach de las funciones gubernamentales de otorgamiento de licencias y regulación. Lo cual no fue óbice para que ese mismo año el presidente disolviese el observatorio anticorrupción (creado en 1996) y extendiese sus poderes de nombramiento de cargos en Sonatrach a todo el equipo de alta dirección, incluyendo vicepresidentes y directores generales21.
El nuevo proyecto de ley provocó, por primera vez, un amplio debate nacional. Los argumentos del gobierno a favor de una mayor inserción en la economía mundial (que exige una mayor capacidad financiera y tecnológica) fueron rebatidos por un fuerte movimiento de oposición tanto sindical como político, que entendía que se vulneraba la soberanía nacional y los derechos de las generaciones futuras, y que veía en la nueva ley una imposición externa, especialmente de los Estados Unidos, y de las instituciones financieras internacionales22.
El proceso desembocó, en 2005, en un nuevo texto legal que otorgaba a las compañías extranjeras una titularidad mínima de un 70% de las reservas y de la producción de los yacimientos explotados conjuntamente con Sonatrach, y reemplazaba los contratos de reparto de producción por el sistema de concesiones.
Sin embargo, al año siguiente el régimen argelino dio marcha atrás, justificando su decisión en el alza continuada de los precios del petróleo y en las previsiones de producción futuras. En consecuencia, impuso una participación de Sonatrach del 51% en todo contrato de exploración, explotación, refinado y transporte de hidrocarburos, y una tasa de entre el 5 y el 50%, exigible a partir de un precio de 30 dólares por barril de brent23. De las dos nuevas agencias gubernamentales creadas, una de ellas se encargará de establecer las licitaciones, que exigirán un traspaso de tecnología y el acceso a mercados extranjeros.
La bonanza actual de ingresos es la que permite a los dirigentes argelinos confiar en el futuro, aunque éste se sigua construyendo sobre los mismos parámetros de dependencia de los hidrocarburos que en el pasado. Ahora bien, aunque su producción de gas y petróleo (en 2006, 62.000 millones de m3 y 1,38 millones de barriles/día) y sus reservas son muy apreciables, ambas están limitadas en el tiempo24. El reto principal sigue siendo, por tanto, el mismo: que las rentas de los hidrocarburos estimulen la productividad y faciliten el funcionamiento de los mercados como ámbito de riqueza y no sólo de circulación de dichas rentas25.
La entrada actual de divisas (con unas reservas de 90.000 de dólares26) ha supuesto una reevaluación del programa complementario de apoyo al desarrollo (cifrado en unos 140.000 millones de dólares). El principal objetivo del mismo son las infraestructuras de base y sociales, que, al menos por el momento, están permitiendo reducir la tasa de ocupación de viviendas y de desempleo27. No obstante, los ritmos de creación de empleo siguen sin estar en consonancia con los que necesita el país28. Por otro lado, la mejora en estos últimos años de algunos indicadores de desarrollo social y los buenos resultados macroeconómicos permiten a los responsables políticos seguir obteniendo el beneplácito de las instituciones internacionales29.
En todo caso, los ratios reseñados no deberían servir (como ha sucedido en épocas pasadas) para ocultar los enormes déficit del tejido económico. Éste, con un sector privado centrado en el comercio, requiere no sólo una mayor diversificación sino un sector bancario privado competitivo30. Su liberalización se ha visto lastrada por el caso del banco privado Khalifa Bank, en un asunto de malversación de fondos públicos a gran escala que pone de manifiesto las disfunciones del sistema31.
Lo que, por otra parte, también resulta indudable es el descontento de una población mayoritariamente joven (el 70% de sus 33 millones de habitantes tiene menos de 30 años) que expresa desde hace años su malestar social a través de manifestaciones y protestas por toda la geografía nacional (las últimas, como consecuencia de la subida del precio de los productos básicos), y que no encuentra intermediarios en las instancias locales que atiendan sus reivindicaciones32.
De cumplirse con los planes de descentralización del gobierno, el dinero de los hidrocarburos permitirá multiplicar por diez el presupuesto de las colectividades locales. Lo cual explica el espectacular número de candidaturas que han suscitado las elecciones municipales de noviembre de 2007, y cuyo contrapunto es la completa desmotivación del electorado y el descrédito de los políticos.
La situación expuesta, y la intensificación en 2007 de los ataques terroristas por parte de la rama yihadista Al Qaeda en el Magreb Islámico, contrastan igualmente con un discurso oficial en clave de progreso y asentado sobre una política de reconciliación nacional muy cuestionable como modelo de convivencia pacífica. Mientras tanto, el estado de urgencia se mantiene desde hace más de tres lustros y el ejército sigue en la primera línea del frente.
7.Conclusión
Desde la independencia, los hidrocarburos han jugado en Argelia un papel de primer orden, con implicaciones muy negativas para la mayoría de la población. Sus posibilidades como vector de desarrollo fueron completamente desaprovechadas por sus dirigentes, cuya legitimidad inicial quedó sepultada con el paso del tiempo. La magnitud de las rentas y los intereses creados en torno a las mismas, impidieron adoptar políticas económicas solventes y responsables, y socavaron los fundamentos políticos e institucionales.
Es en estos dos últimos ámbitos donde se necesitan reformas de gran calado que permitan, entre otras cosas, enfrentar los retos económicos señalados y gestionar las rentas de los hidrocarburos en aras del interés público. Éste último es el que debe servir de guía para dirimir el tradicional dilema entre, por un lado, la voluntad de un mayor control nacional de los hidrocarburos y, por otro, la necesidad de abrirse a la inversión extranjera para adquirir mayores capacidades operativas.
Pese a que ya han transcurrido más de ocho años desde la llegada de Bouteflika a la presidencia, y las arcas del Tesoro están repletas, los análisis efectuados al principio de su mandato continúan vigentes. Los déficit sociales políticos y económicos persisten, y los hidrocarburos siguen sin traducirse en una mayor prosperidad y bienestar para el conjunto de la población. A juzgar por el pasado, en la medida en que ésta se siga sintiendo marginada y excluida, aumentará el riesgo de desestabilización33.
Ante esta situación, los gobiernos de la Unión Europea (UE) deberían aprender de los errores cometidos y diseñar sus acciones pensando en las reformas que necesita Argelia. Parece evidente que, hasta la fecha, las políticas de los gobiernos de la UE, centradas en sus intereses económicos y enfoques de seguridad, no han contribuido en absoluto a una mayor democratización, estabilidad y buen gobierno en el país vecino. Ni tampoco han generado mejores condiciones para la paz y la prosperidad en el Mediterráneo. Éstas, y no otras, han de ser las premisas de partida de cara a un futuro en el que el gas argelino tendrá un peso aún mayor en Europa.
NOTAS:
1. Argelia es el principal proveedor de gas de España. En 2006 este suministro supuso un 35,9% del total de las importaciones de gas españolas.
2. AÏSSAOUI, 2001 (p.47).
3. AÏSSAOUI, 2001 (p.67)
4 .En 1971, a través de varias ordenanzas y decretos se nacionalizaron una serie de activos y se transfirieron a Sonatrach. Además, los ámbitos de exploración y producción de hidrocarburos quedaron
sujetos al control de Sonatrach, cuya participación mínima se estableció en un 51%.
5. SERENI, 2006.
6.INTERNATIONAL CRISIS GROUP, 2001.
7. SERENI, 2006.
8. International Crisis Group, 2001.
9. En 1986 la única compañía activa en dicho ámbito era la empresa pública española Hispanoil (hoy Repsol).
10. Se introduce, además, el arbitraje internacional para la resolución de las disputas entre Sonatrach y sus socios extranjeros.
11. Se calcula que, en 1992, el 90% de las empresas públicas tenían graves problemas financieros y las
empresas manufactureras, fuera del sector de los hidrocarburos, producían únicamente al 43% de sus capacidades. International Crisis Group, 2001.
12. BENDERRA, 2005.
13. Página web de Sonatrach: http://www.sonatrach-dz.com/
14. BENDERRA, 2005.
15. AÏSSAOUI, 2001, p. 203-222.
16. LOWI, 2007.
17. MAÑÉ, 2006.
18. La revista Jeune Afrique (p. 81, nº 2436, 2007) señala que más de 2.000 ingenieros y técnicos han abandonado en los últimos tiempos Sonatrach para trabajar en multinacionales del sector.
19. Según Sonatrach, la quema de gas ha pasado de un 80% en 1970 a un 7% en 2005; considerando, además, que el volumen de producción se ha multiplicado por cuatro en los últimos 30 años.
20. Algunos analistas vinculan este declive con la agravación del estado de salud del presidente y los intentos internos de debilitar su figura política. Posteriormente, se ha producido la rescisión de varios contratos con compañías de EEUU y la disolución de una sociedad mixta entre Sonatrach y una filial de Halliburton, a raíz de un caso de corrupción.
21. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha llegado a calificar la corrupción en Argelia de endémica. Por otra parte, Transparencia Internacional la sitúa en el puesto 97, de 158 países, en 2005 (puntuación: 2,8 sobre 10). La ley anticorrupción de 2006, y un decreto posterior de 2007, no inciden en la raíz del problema ni enfrentan eficazmente la evasión de divisas.
22. De hecho, una consultora de EEUU participó en la elaboración del nuevo texto legal.
23. En junio de 2007 el gobierno calculó que esta tasa le generaría 1.000 millones de dólares en el año en curso.
24. Las reservas comprobadas de gas natural son de 4,545 billones de m3 (octavo puesto mundial; con una producción prevista de 85.000 m3 para 2010) y las de petróleo de 12.300 millones de barriles (con una producción prevista para 2010 de 2 millones de barriles/día). En 2004 British Petroleum calculó en 16 años el ratio de duración de las reservas de petróleo. El ratio correspondiente al gas es de 52 años.
25. MARTÍN, 2003, p. 35.
26. Compárese con los 4.000 millones de dólares en reservas de divisas, en 1999, teniendo, a su vez, en cuenta la depreciación actual del dólar.
27. La tasa oficial de paro es del 12,3% (en 1999 era del 30%) y la de ocupación de vivienda algo superior a las 5 personas (en 1999 era de 7; una de las más altas del mundo).
28. Las previsiones más conservadoras establecían, en 2005, la necesidad de duplicar la población para el año 2020 (véase MARTÍN, 2005).
29. La deuda externa, que en 2000 era de 25.900 millones de dólares, se redujo en 2006 hasta los 6.400 millones de dólares. Desde 2001, la media del PIB se acerca al 5%.
30. El sector privado, que ha venido representando un tercio de la economía nacional, es, a juicio del FMI y del PNUD, el de más baja rentabilidad de los países árabes.
31. GARCÍA-LUENGOS, 2007.
32. La falta de interlocutores o instituciones intermediarias, que desempeñen eficazmente su papel entre la sociedad y el poder (en el ámbito político, empresarial, sindical y otros) es una cuestión de primer orden para la gobernabilidad de Argelia.
33. NÚÑEZ, 2001.
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SERENI J.P., “Où va l´argent des hydrocarbures”, Le Monde Diplomatique, abril 2006.
Texto perteneciente a la obra de varios autores: El precio oculto de la Tierra. Impactos económicos, sociales y políticos de las industria extractivas. Alicia Campos y Miquel Carrillo(eds.). Editorial Icaria