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Los aprendizajes de Mitch

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(Para BID)

América Latina y el Caribe aún recuerda el devastador paso del huracán Mitch por Centroamérica en 1998. ¿Qué puede enseñar aquella catástrofe para la reconstrucción de Haití?

José Ramón Arnesto recuerda el paso del Huracán Mitch por Nicaragua cuando ve las imágenes del terremoto de Haití por televisión. No es un episodio fácil de digerir. “Todo había quedado sepultado por piedra, arena y desechos vegetales, como si nunca hubiesen existido viviendas ”, dice quien entonces era director nacional de Defensa Civil en Managua y hoy es director del Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres de Nicaragua (SINAPRED). “Había muchos cadáveres y trozos humanos dispersados por todos lados”.

El ciclón tropical que arrasó Centroamérica a finales de 1998 puso a prueba a los gobiernos de Nicaragua y Honduras, dos de los países más pobres de la América Latina y el Caribe, pero también a toda la comunidad internacional. Hoy, Haití se enfrenta a la titánica tarea de superar una emergencia brutal y reconstruir un país en ruinas de la mano de la comunidad internacional, que debe demostrar que puede ejecutar las lecciones aprendidas cuando Mitch.

Diversos medios de comunicación internacionales informaron que la ayuda de emergencia recién pudo ser coordinada cuando llegaron los marines estadounidenses, una semana después del terremoto. De hecho, la división del trabajo y la coordinación de donantes, con o sin un mando único, es fundamental. “En la reconstrucción tras el Mitch, cada donante iba por su cuenta”, dice Francisco Rey, co-director del español Instituto de Estudios sobre Conflictos Acción Humanitaria (IECAH) y que trabajó con la Cruz Roja de España durante Mitch. “En Haití, la coordinación de donantes ya ha funcionado mal durante la fase de emergencia”.

Construir un nuevo Estado
Aplacada la emergencia, la reconstrucción plantea infinidad de cuestiones: ¿Cuáles son las prioridades? ¿Quién toma la decisión de reconstruir o reubicar una comunidad? ¿Quién elabora la lista de beneficiarios? ¿Cuándo se deja de ser damnificado?

Una de las lecciones del Mitch, según Rey, es que la reconstrucción debe ser integral y debe reposar en un plan global. “En Haití es incluso más crítico porque hay que levantar infraestructuras, pero además deben construir un nuevo Estado, menos corrupto y más productivo y que tenga en cuenta asuntos sociales como la educación o las estructuras comunitarias”.

Un estudio elaborado en 2004 por el Banco Mundial menciona que la comunidad internacional estableció modelos de coordinación de la reconstrucción de las regiones afectadas por el Mitch que funcionaron adecuadamente. El informe destaca como un éxito la conferencia de donantes de Estocolmo, celebrada en mayo de 1999 para consensuar la acción humanitaria internacional.

El mismo informe adelanta un punto de atención: la coordinación nacional para la reconstrucción. En el caso de Honduras, objeto del estudio, el gobierno demostró un bajo índice de ejecución en la reparación o construcción de servicios para nuevas casa. El documento lo atribuye a la rotación de personal en el Gobierno, que supuso la pérdida de experiencia y memoria institucional, especialmente después del cambio de presidente por los resultados electorales de noviembre de 2001. Por el contrario, el informe defiende que las administraciones municipales fueron clave durante la reconstrucción.

Cuidado con la corrupción
La corrupción es una de las principales preocupaciones de la comunidad internacional en Haití, como también lo era en Honduras y Nicaragua cuando el Mitch. “[En aquel entonces,] se impusieron mecanismos de transparencia para manejar los recursos que llegaban”, dice Mario Arana, actual director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) y quien anteriormente ocupó dos carteras ministeriales. “Por ejemplo, el BID creó un programa de compras y contrataciones”.

La amenaza se convirtió en oportunidad al propiciar el desarrollo de la sociedad de los países afectados por el Mitch. “La relación entre el Gobierno y la sociedad civil nicaragüense se estrechó, cooperaron en la toma de decisiones y ejecución de proyectos”, dice Arana.

En lo que respecta a la economía, supuso una oportunidad para el desarrollo de varios sectores. “Las empresas constructoras de Honduras y Nicaragua licitaron a varios proyectos”, dice Rey. También contribuyó al desarrollo de las microfinanzas, señala Juan Gómez Arbizu, administrador de la Fundación León 2000 (1), una microfinanciera con sede en León, una de las regiones más afectadas por el Mitch. “Refinanciamos a nuestros clientes y aprovechamos la llegada de nuevos fondos para atender a clientes nuevos”, relata Gómez Arbizu.

Organizar la última milla
Las microfinanzas cumplieron otro objetivo pues, junto a las remesas desde el extranjero, mantuvieron a muchas familias afectadas mientras duró la reconstrucción. “Las microfinanzas fueron uno de los actores principales en el desarrollo y recuperación después del desastre”, dice Gómez Arbizu. “A veces, más que el propio Gobierno”.

Un aprendizaje práctico de Mitch derivó en la creación de la Facilidad de Liquidez para Emergencias (ELF, sus siglas en inglés), un fondo especial constituido por el Grupo del BID para responder a desastres naturales o crisis financieras. ELF actuó por primera vez en 2009 para ayudar a la operación de algunas microfinancieras durante la crisis global desatada por el colapso de los créditos subprime en Estados Unidos. Su segunda oportunidad es ahora. Para asistir las operaciones post-terremoto, el Grupo del BID está considerando la creación de un sub-fondo enteramente enfocado en Haití llamado HELP (siglas de Haitian Emergency Liquidity Program).

Un asunto vital en la recuperación de la industria microfinanciera y de las redes de distribución de remesas es la rapidez con que se reorganice la operación en terreno. ONG e IMF con operaciones en Haití, por ejemplo, deben volver a levantar sus infraestructuras y sistemas logísticos en medio de la devastación y con urgencias y demandas mayores a las propias. Allí es donde el rol de los organismos internacionales cobra más relevancia.

En el caso del FOMIN, que financia 20 proyectos para 340.000 beneficiarios, eso tiene diversas dimensiones. El FOMIN fue un actor activo para lograr mantener el flujo de remesas hacia la isla ayudando a que más de 30 filiales de la microfinanciera Fonkoze recibieran US$ 2 millones en efectivo para pagar los envíos a las familias haitianas desde el extranjero.

Según Julie T. Katzman, gerente general del FOMIN, “estabilizar y restaurar” rápidamente la industria y las agencias ejecutoras es un aprendizaje clave desde Mitch. En aquel entonces, por las demoras en operar, proyectos que estaban en plena ejecución se detuvieron o desaceleraron. “En el caso de Mitch, el impacto sobre el desarrollo económico fue sustancial”, dice Katzman. “Ahora estamos cambiando eso, reaccionando de inmediato y con organización para dar respuesta a las necesidades”.

Esta vez, el FOMIN y el Grupo del BID tuvieron respuestas inmediatas. Sin ir más lejos, a diez días del terremoto, el Comité de Donantes del FOMIN aprobó la creación de una línea de US$ 3 millones para que las agencias ejecutoras en Haití se pongan en marcha rápidamente. “La mayor parte de nuestras agencias ejecutoras en Haití tienen oficinas centrales en Port-au-Prince, aunque el 75% de los proyectos operan en el interior”, dice Katzman. “La mayoría de esas agencias sufrió pérdidas sustanciales, por lo que sin apoyo adicional esos proyectos están en riesgo de caer, y esa es la última cosa que Haití puede soportar ahora”.

Raimundo Díaz / Managua, Especial MicAméricas

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