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Análisis | Otros

Minas antipersonal: un problema humanitario en Colombia y en el mundo

Minas

Comienza hoy en Medellín, Colombia, la Conferencia «Tendiendo Puentes Entre Mundos» que busca avanzar en la comprensión internacional sobre el lugar que tiene la asistencia a las víctimas de minas antipersonal y otros remanentes explosivos de guerra en contextos más amplios. Como dice la convocatoria del evento, La conferencia forma parte de los esfuerzos que están llevando a cabo los Estados Parte de la Convención Sobre la Prohibición de Minas Antipersonal (o Convención de Ottawa) para hacer todo lo posible en la prestación de asistencia, cuidado y rehabilitación a las víctimas de minas antipersonal, incluyendo su reintegración social y económica.

La Convención, que prohíbe el uso, la producción, el almacenamiento y la transferencia de minas antipersonal fue el primer instrumento internacional y tratado de desarme en tomar en consideración los derechos de las víctimas de un arma en particular.

Tendiendo Puentes Entre Mundos se lleva a cabo en Colombia con el apoyo del secretariado de la Convención de Ottawa – también conocida como la Unidad de Apoyo a la Implementación – y con el apoyo financiero de la Unión Europea, Colombia y otros países cooperantes. La conferencia sigue el acuerdo de los Estados Parte de la Convención quienes acordaron que la asistencia a víctimas «debe ser integrada dentro de políticas, planes y marcos legales nacionales más amplios relacionados con la discapacidad, la salud, la educación, el empleo, el desarrollo y la reducción de la pobreza».

El hecho de que esta importante conferencia se celebre en Colombia, país en el que, lamentablemente, se siguen usando este tipo de artefactos, vuelve a poner de manifiesto la necesidad de incluir este tema cuanto antes en las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC que se mantiene en La Habana como modo de mitigar los efectos del conflicto armado entre la población civil. En Colombia se vive la paradoja, por decirlo de forma elegante, de que se está procediendo ya a tareas de desminado (tanto el llamado desminado humanitario como del militar), mientras en ciertas zonas del país se siguen colocando minas por parte de algunos de los actores armados. Algo que no ha sucedido prácticamente nunca en la historia donde, lo habitual, es que las tareas de desminado se inicien una vez finalizadas las hostilidades. Según datos del Programa Presidencial de Acción Integral Contra Minas (PAICMA) en el año 2013 hubo 359 víctimas por este tipo de artefactos de las cuales 157 fueron civiles.

Desde el IECAH hemos hecho incidencia desde hace tiempo para que este tema se incluya cuanto antes en los diálogos de paz y en nuestro Informe «Colombia: entre la crisis humanitaria y la esperanza de paz» publicado hace ahora un año con apoyo del Centro Noruego de Construcción de la Paz (NOREF. Norwegian Peacebuilding Resource Centre)1   ya proponíamos esta inclusión, entre los mínimos humanitarios exigibles: Otras organizaciones y personalidades colombianas y muy especialmente la Campaña Colombiana Contra Minas han hecho llegar esta demanda a los negociadores en La Habana y estamos convencidos de que pese a las limitaciones que tiene el hecho de que se decidiera negociar sin que hubiera cese de hostilidades y de que, de hecho, la guerra continúe en ciertas zonas del país, ciertos mínimos en materia de minas antipersonal, compromiso de no reclutamiento de niños, niñas y adolescentes, o de no recurrir al secuestro, son posibles.

Una manifestación de los efectos del uso de minas antipersonal a la que hasta ahora no se había prestado atención en el país es el del confinamiento de muchas comunidades y las restricciones a la movilidad y las limitaciones al ejercicio normal de sus prácticas y medios de vida. Según datos de OCHA esta situación ha afectado a más de 270.000 personas en el año 2013.

Los esfuerzos del gobierno y de la sociedad colombiana, así como de la comunidad internacional para afrontar el tema de las minas antipersonal y las municiones sin explotar y otros artefactos, están siendo muy importantes pero la magnitud del problema, la cantidad de hectáreas minadas que pueden afectar las políticas de restitución de tierras, hacen que hasta la fecha los resultados sean muy escasos. El coste de las tareas de desminado es enorme y como se ha puesto de manifiesto en muchos procesos posbélicos detrae importantes recursos que podrían utilizarse para el desarrollo. Parece por tanto que la Conferencia que hoy se inicia es una oportunidad para incrementar los esfuerzos nacionales e internacionales y avanzar en los mínimos compromisos que se les deben exigir a los actores armados al respecto.

1. El documento original en inglés puede consultarse en:

http://www.peacebuilding.no/Regions/Latin-America-and-the-Caribbean/Colombia/Publications/Colombia-between-the-humanitarian-crisis-and-hope-of-peace

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