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Save the Children y NRC lanzan el informe «Walk the Talk»

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Cifras clave:

• En el mundo hay 58 millones de niños y niñas en edad escolar primaria sin escolarizar, de los que 28,5 millones se encuentran en zonas afectadas por crisis y conflictos.

• El sector educativo recibe únicamente un 2% de toda la ayuda humanitaria y sólo el 38% de los llamamientos de emergencia respecto a este sector.

• El objetivo del 4% no es suficiente. Esto sólo alcanzaría a 7 millones de niños y niñas de los 28,5 estimados. A día de hoy sólo reciben educación en situaciones de emergencia 3,4 millones.

La aparición de la educación en emergencias como un sector de importancia en las respuestas humanitarias tiene lugar después de la Segunda Guerra Mundial, si bien durante décadas esta necesidad ha sido suplida a nivel local y humanitario. Sin embargo, en los años noventa comienza a adquirir relevancia para los donantes internacionales, estableciéndose algunas organizaciones como la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE, por sus siglas en inglés) y algunos estándares normativos, aunque la prioridad siguen siendo las actividades destinadas a salvar vidas.

A partir de mediados de la década del año 2000, obtiene impulso este sector a través de iniciativas como la creación del Clúster de Educación en 2007 y un cambio en el enfoque de la acción humanitaria, pasando de la centralidad de salvar vidas a la promoción de los medios de vida y su sostenibilidad. Asimismo, se aprecia la necesidad de fomentar la educación en estados frágiles y en conflicto como una medida de protección de la infancia y de construcción de paz.

Situación actual de la educación en zonas de crisis y conflicto

El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) y Save the Children acaban de publicar un informe conjunto (julio 2015) titulado Walk the talk. Review of donor’s humanitarian policies on education, en el que analizan la situación actual del sector educativo en las emergencias humanitarias, su financiación e implementación y las políticas en esta área de los donantes clave. Los rasgos más relevantes resaltados en el informe son los siguientes:

La educación en emergencias continúa infradotada. Muchos donantes siguen priorizando las actividades destinadas a salvar vidas. Aunque desde 1999 los fondos para este sector han aumentado de forma considerable, no existe un patrón consistente a lo largo de los años, sufriendo numerosos altibajos. En términos porcentuales, sólo un 38% de los fondos solicitados para el sector educativo en los llamamientos humanitarios han sido aportados, suponiendo únicamente un 2% de la ayuda humanitaria total. Los 13 mayores donantes en este sector suman casi el 70% de la contribución total al mismo entre los años 2006 y 2014.

Por ello, alcanzar el objetivo previsto del 4% del total de la ayuda humanitaria no es suficiente. El 2% actual sólo incluye a 3,4 millones de niños y niñas en países en situación de crisis y conflicto. El 4% únicamente afectaría a 7 millones de los 28,5 millones de niños y niñas sin escolarizar.

Por otra parte, no está claro cómo se organiza el panorama de financiación de la educación en emergencias. Los datos ofrecidos por el Financial Tracking Service (FTS) de OCHA no son suficientes. Ello es en gran medida debido a la falta de claridad o la directa ausencia de políticas de educación en emergencias por parte de los países donantes. Muy pocos de ellos han centrado su atención en este sector, cubriéndolo en sus estrategias de asistencia humanitaria o, de manera más específica, en estrategias para el sector educativo. La Unión Europea ha desarrollado un libro blanco estableciendo principios, objetivos y áreas de interés sobre la educación en emergencias. Estos planes y estrategias cubren, en general, la educación en todo tipo de emergencias, especialmente estados frágiles y afectados por conflicto, construcción de paz y estabilidad, protección y rehabilitación y reconstrucción.

Sin embargo, las decisiones no se encuentran muy institucionalizadas debido a que suelen recaer en actores del nivel local y las políticas de los donantes al final están más marcadas por la situación local que por lo establecido por agencias multilaterales. Por ello, es necesaria una mejor coordinación y distribución, especialmente en contextos complicados. Asimismo, es fundamental superar la división entre humanitarismo y desarrollo, estableciendo uniones entre la educación en emergencias y las políticas de desarrollo educativas, así como el establecimiento de fondos de contingencia en los planes de desarrollo que puedan ser desviados en caso de emergencia.

Finalmente, se persigue aumentar el foco de los donantes en la calidad y el contenido, haciendo énfasis en la calidad de los resultados y estableciendo estándares para la calidad y la rendición de cuentas a través de mecanismos de monitoreo y evaluación adecuados y solicitando a los receptores la adhesión a los Estándares Mínimos de Educación establecidos por el INEE.

Recomendaciones recogidas en el informe

A los donantes y legisladores:

• Aumentar los fondos para la educación en emergencias, llegando al mínimo del 4% de su ayuda humanitaria total.

• Mejorar la distribución de la ayuda para la Educación en Emergencias y superar la brecha entre emergencias y desarrollo.

• Conseguir datos más exhaustivos sobre la financiación de la Educación en Emergencias que ayuden a tener un mejor conocimiento y permitan dedicar más fondos acorde a las necesidades.

• Mejorar las políticas de los donantes para garantizar un apoyo a la calidad de la Educación en Emergencias previsible, consistente y transparente. Estas políticas deben cubrir las fases de preparación, respuesta y recuperación así como concebirse con una financiación multianual y en coordinación con las políticas de desarrollo.

• Apoyar el desarrollo de un conjunto de evidencias para la Educación en Emergencias que monitoree y evalúe la eficacia de las estrategias, políticas planes y programas.

• Invertir de forma creciente en la calidad y la coherencia de la Educación en Emergencias a través de iniciativas y redes colaborativas internacionales.

• Contribuir a la seguridad de los niños y niñas en las escuelas, implementando la Declaración sobre Escuelas Seguras y las Directrices para prevenir el uso militar de escuelas y universidades durante conflictos armados (2014).

• Asegurarse de que los fondos destinados a la educación logran llegar a su objetivo final.

A los actores humanitarios:

• Mejorar la rendición de cuentas de cara a las comunidades afectadas. Los recursos y prioridades deben ser acordes a las necesidades percibidas por las personas afectadas, que deben ser escuchadas e incluidas en la toma de decisiones.

• Investigar y documentar las necesidades totales de la Educación en Emergencias.

• Inversión en monitoreo y evaluación para desarrollar evidencias sustanciales de cara a la mejora de la toma de decisiones en apoyo de la calidad de la Educación en Emergencias.

• Asegurarse de que la educación recibe prioridad en el terreno y de que los fondos recibidos son asignados acorde a las necesidades existentes.

• Contribuir a los esfuerzos para promover la Educación en Emergencias ligados a la agenda post-2015.

A los países en crisis o en conflicto:

• Mejorar la rendición de cuentas de cara a las comunidades afectadas por el conflicto. Los gobiernos deben garantizar que los niños y niñas reciben educación en contextos de emergencia y han de establecer los mecanismos necesarios ante posibles situaciones de este tipo.

• Asegurar el acceso a todos los actores humanitarios.

• Garantizar que las escuelas son lugares de construcción de paz, mediante la provisión de una educación libre para todos los niños y niñas y jóvenes, que incorpore enfoques sensibles al conflicto y se asegure de que la educación no contribuye a aumentar el caldo de cultivo del enfrentamiento, sino que forma parte del proceso de paz.

• Asegurarse de que los niños y niñas están seguros en las escuelas, reconociendo los colegios como zonas de paz e implementando la Declaración sobre Escuelas Seguras y las Directrices para prevenir el uso militar de escuelas y universidades durante conflictos armados (2014) y garantizar que las partes en conflicto cumplan con las mismas.

Informe Walk the talk. Review of donor’s humanitarian policies on education (2015).

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