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Siria y los desafíos de la respuesta humanitaria

Photos provided by Lutheran World Federation-Jordan www.clwr.org/News/news-brief.cfm?news_id=283La crisis más grande del siglo. Así es como los profesionales en acción humanitaria están definiendo a la guerra que sostienen en Siria las fuerzas del gobierno de Bashar al-Assad y la heterogénea oposición armada.

Un conflicto que dura ya 28 meses donde la geopolítica regional es tan compleja que impide una rápida solución. Por ello, las agencias de ayuda humanitaria que trabajan en Siria lo hacen en solitario y contra reloj, sabedoras de que cuanto más dure el conflicto más violento se tornará.

El pasado 13 de junio tuvo lugar en Madrid un encuentro entre profesionales de la ayuda humanitaria con el objetivo de discutir y analizar los nuevos desafíos que deben afrontar en la actual crisis siria y poner de relieve las necesidades más grandes de los refugiados, desde protección, sanidad y refugio hasta comida, higiene, y educación.

Jean Raphaël Poitou, responsable de Acción Contra el Hambre (ACH) para Eurasia lleva tiempo trabajando en varios puntos del país. Como todas las demás agencias, tiene su base de operaciones en Damasco, pero no dudan en adentrarse en algunas zonas tan castigadas y distantes como Deir el-Zoor, Hassakeh o Raqqa, bastión de los rebeldes. «Nos gustaría hacer más y llegar a más sitios pero hay una complicada pesadilla burocrática para todas las ONG que impide que haya fluidez. Además está la cuestión de los visados por ejemplo, que sólo son válidos para 3 meses y no puedes entrar y salir.» Esta situación hace que las 11 ONG que trabajan en Siria de manera oficial no puedan hace operaciones crossboarder o transfronterizas. Hoy por hoy, este tipo de acciones sólo pueden llevarse a cabo desde Turquía y de manera encubierta como lo hace Médicos Sin Fronteras (MSF) debido a que la zona en cuestión y el paso fronterizo hace tiempo que dejaron de estar controlados por el gobierno de Damasco.

Para Paul Spiegel, subdirector de Departamento para el Programa de Apoyo y Gestión de ACNUR, la clave está en los países vecinos. «Los países limítrofes con Siria están siendo una pieza fundamental en la gestión de la crisis de refugiados. Líbano, Jordania, Turquía e incluso Iraq están haciendo notables esfuerzos para albergar a una población civil que lo ha perdido todo», comenta.

Sólo en el Líbano hay 500.000 refugiados registrados, la mayoría de ellos en contextos urbanos. Se calcula que alrededor de 300.000 más podrían estar no registrados. Al principio eran alojados en casas de familiares y amigos. Más tarde en habitaciones de hotel o viviendo de alquiler. Hoy esa situación se está haciendo cada vez más insostenible para una familia media. Las ONG están empezando a dar dinero a las familias para puedan pagar un alquiler.

La cuestión sobre el estatus y condición de refugiado en este conflicto no es algo baladí. Turquía es uno de los países que más está acogiendo pero se niega a llamarlos «refugiados», en vez de ello prefiere utilizar la palabra «invitados» o «huéspedes». «No los llaman refugiados por el tema palestino. Muchos han visto de cerca cómo la situación de los refugiados palestinos sigue sin resolverse dentro de sus propias fronteras y temen que los sirios acaben convirtiéndose en lo mismo», afirma Spiegel.

Por otro lado, Europa está diciendo a Turquía que abra sus fronteras orientales por la cuestión de los refugiados pero al mismo tiempo le está pidiendo que sea más estricto y vigilante en sus fronteras con Grecia y la UE por el tema de la inmigración ilegal. Una situación complicada evidentemente pero que deja en evidencia la falta perspectiva de occidente. Para Ed Schenkenberg, anfitrión del evento y director ejecutivo de DARA «es la crisis más humanitaria más grande desde la 2ª Guerra Mundial. Y no creo que la gente sea consciente de la gravedad de esta situación», comenta.

Los campos en Turquía están diseminados a lo largo de la frontera en las provincias de Hatay, Kilis, Gaziantep y el kurdistán turco. Son gestionados por el gobierno y el proceso de registro es largo y complicado. Por si fuera poco, la mayoría de ellos están levantados en lugares demasiado próximos a la frontera, algo que según Schenkenberg «en términos de protección es una situación que está lejos de ser la ideal»

Jordania sería la otra cara de la moneda, con campamentos que cada día crecen como la espuma y donde el sistema sanitario es gratuito para los refugiados. El campo de Zartarii, es uno de los más grandes en estos momentos. Sin embargo, no está ausente de problemas ya que en los últimos meses las tensiones han derivado en conflictos que han llegado a causar verdaderos problemas de seguridad e incluso incendios.

El gobierno jordano no quiere poner la seguridad porque no quiere problemas con los miembros del Ejército Libre Sirio (ELS), ocultos en los campamentos, pues considera que podrían llegar a convertirse en sus próximos vecinos si éstos ganan la guerra. Una situación que guarda relación con las demás ONG islámicas. Éstas ayudan a sólo una parte de las víctimas y se niegan a trabajar con las demás que, obligadas por los principios humanitarios, deben ser imparciales y neutrales. .

El pasado día 10 de junio, las agencias de la ONU hicieron el mayor llamamiento humanitario de la historia para recaudar miles de millones de dólares para hacer frente a esta catástrofe que ya ha dejado más de 90.000 muertos. Semejante cantidad de dinero ayudaría a aliviar la presión de los servicios públicos de la región que hoy ya se encuentran al límite y aumentar la cantidad y calidad la ayuda. Para Schenkenberg, es una prioridad inmediata de todo el mundo humanitario, «necesitamos dinero para hacer el problema visible para entonces, recibir más dinero para poder ayudar a los refugiados.»

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