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Actualidad | Artículos propios

“No todos los musulmanes son Séléka, ni todos los cristianos son Anti-balaka”

 

Gaetan_Kabasha

Gaétan Kabasha es licenciado en Filosofía por la Universidad Eclesiástica San Dámaso y experto en mundo africano. En 1994, mientras cursaba los estudios superiores en el Seminario Mayor, se vio obligado a huir del genocidio y se refugió en Zaire (actual República Democrática del Congo). En los campos de refugiados de Goma, estuvo dedicado a labores humanitarias con diversas ONG. En 1997, huyó de la guerra del Zaire y se estableció en la República Centroafricana. Desde 2014 centra sus estudios en la investigación para una tesis doctoral en el tema de la violencia colectiva.

En la actualidad, trabaja como capellán del hospital Clínico de Madrid. Tiene un blog personal titulado www.afroanalisis.blogspot.com y publica en el blog de El País África no es un país.

¿Cuál ha sido la evolución de la situación en República Centroafricana (RCA) desde enero de 2014 hasta la fecha?

El 10 de enero de 2014, los presidentes de la CEMAC (Comunidad Económica y Monetaria de África Central) reunidos en Yamena (Chad), exigieron al autoproclamado presidente Séléka, Djotodia, que dimitiese. El 23 de enero de 2014, el Consejo Nacional de Transición eligió a Catherine Samba Panza como presidente de transición. Poco después, los Séléka decidieron abandonar la capital y retirarse al norte del país. Se puede decir que los graves enfrentamientos entre Séléka y Anti-balaka bajaron de intensidad en parte por la limitación de los dominios respectivos y por la presencia de las fuerzas internacionales.

Cabe decir que los cascos azules de la ONU fueron llegando para sustituir a las tropas de la Unión Africana y complementar la labor de las tropas francesas que ya estaban allí desde finales de 2013. También la Unión Europea llegó a enviar tropas durante un tiempo.

En mayo de 2015, hubo un foro nacional de reconciliación donde todos los grupos y actores sociales y políticos acordaron trabajar juntos hacia la paz y las elecciones. Sin embargo, poco a poco, la situación se fue deteriorando y parece que el foro nacional ya no tiene eco en la situación actual que parece que todo vuelve a empezar. Algunos creen que fue una pérdida de tiempo.

¿La problemática de RCA se trata de un conflicto religioso, étnico, las dos cosas o ninguna de las anteriores?

No se trata ni de un conflicto religioso, ni étnico; es un político y económico. Sin embargo, ha ido deslizándose hacia una violencia con cariz religioso. Aún así, todos están de acuerdo en que no todos los musulmanes son Séléka, ni todos los cristianos son Anti-balaka. El componente religioso funciona como elemento identitario de los grupos violentos combatientes y también como ingrediente para la manipulación política. De hecho, desde el principio del conflicto, el arzobispo de Bangui, junto con el representante de los musulmanes y los protestantes, pusieron en marcha una plataforma para evitar que esta barbarie tomara una cobertura religiosa.

Desde tu punto de vista, ¿por qué no se respetan los acuerdos de paz firmados? Es curioso que ninguno de ellos haya sido respetado por los contendientes. ¿En las negociaciones se sientan a la mesa los Séléka y los Anti-balaka? ¿Se cuenta con ellos?

En Centroáfrica, nadie firma los acuerdos con un convencimiento de que los va a cumplir. Todo se queda en protocolos pero luego nadie hace un esfuerzo para ponerlos en la práctica. Los acuerdos de Brazzaville en enero de 2013 entre Séléka y el presidente Bozizé no frenaron a los Séléka para atacar y tomar Bangui en marzo del mismo año. Los acuerdos de Brazzaville de julio de 2014 entre Séléka y Anti-balaka tampoco impidieron las matanzas sucesivas. El Foro Nacional de Reconciliación de mayo de 2015 ya es historia. Realmente habría que encontrar otro tipo de compromiso que implique la convicción profunda más allá de los papeles, ya que se ha comprobado que la gente no sabe valorar el peso de una firma.

Hablas en tu blog de que el objetivo de ambos grupos es la paz «cada uno en su rincón», es decir, «cada uno a su manera y en su zona del país», pero también que en la realidad se trata de una «guerra de saqueo, no una guerra de liberación». ¿Quién miente? ¿Qué se busca?

En primer momento, el pueblo centroafricano aclamó a los Séléka pensando que, echando a Bozizé, iban a instalar un gobierno serio y poner en marcha el desarrollo. Luego se comprobó que los Séléka no tenían ningún proyecto. Después como reacción a las atrocidades de los Séléka, surgieron los Anti-balaka. Ellos también fueron aclamados por una parte del pueblo como libertadores frente a Séléka. Pero luego se convirtieron también en unos criminales sanguinarios. Al final, tanto los Séléka como los Anti-balaka están manipulados por los que persiguen sus intereses políticos y económicos ocultos. De liberación no tienen nada. Tampoco se ve claramente que sus dirigentes busquen realmente la paz. Los que quieren la paz son los de abajo que se ven cansados de vivir en tanta violencia.

Con tu experiencia como párroco en zonas rurales de este país en contacto directo con la población local y sus miedos, ¿cuál crees que podría ser una solución real?

La solución sería que haya una nueva generación de líderes con una visión y un proyecto de sociedad serio. Al final, gran parte de los problemas de Centroáfrica viene de la falta de la consciencia del bien común de parte de los dirigentes y una mentalidad de corrupción generalizada en la élite nacional.

¿Cuál es la acogida por parte de la población local de estas milicias? ¿Cuál es la percepción del conflicto por los ciudadanos centroafricanos?

Lo que complica seriamente la situación es que de alguna manera los musulmanes se ven representados en Séléka y recíprocamente los Séléka sienten una inclinación hacia los musulmanes con los que comparten lengua y religión. Por otra parte, el resto de la población tiende a ver en los Anti-balaka una protección contra los Séléka y recíprocamente, los Anti-balaka crean confusión diciendo que luchan a favor de los cristianos. Esta confusión por ambos lados, la vinculación directa de los Séléka con musulmanes y los Anti-balaka con los cristianos hace que el conflicto perdure. No obstante, más allá del problema de sensibilidad, la mayoría de los centroafricanos anhelan la paz y quieren el cese de la violencia.

¿Qué ocurre con la gente que huye del conflicto? ¿Hacia qué países se dirigen? ¿Cuál es su situación?

El conflicto ha creado cientos de miles de refugiados de todo tipo. Con la llegada de los Séléka, muchos centroafricanos huyeron masivamente hacia Camerún y la República Democrática del Congo. Tras la llegada de los Anti-balaka, muchos musulmanes huyeron a Chad y a Camerún. Por otro lado, hay muchos centroafricanos que han abandonado sus casas, pero sin salir de su país. Ellos son miles y se encuentran en campamentos de desplazados. El gran problema es que sus casas fueron destruidas y todos sus bienes saqueados.

¿Cómo valoras la intervención de Francia en enero de 2014 con la Operación Sangaris? ¿Se considera un buen aliado?

Todos los observadores coinciden en que si Francia no hubiera intervenido a finales de 2013, se habría desatado un verdadero genocidio. La presencia de la Operación Sangaris con los medios modernos y militares profesionales frenó la furia de los Séléka e impidió a los Anti-balaka llegar al centro de Bangui. Dicho esto, también es verdad que Francia podría haber intervenido mucho antes como solía hacer en ese país para evitar que la situación se deteriorara tanto.

También se da la participación de la UE en abril de este año que establece una operación de mantenimiento de la paz, unida a la misión desplegada por Naciones Unidas. ¿Qué opinas de este tipo de actuaciones? ¿Son realmente efectivas?

Son operaciones muy importantes y efectivas cuando se hacen con tiempo y con suficientes medios. La presencia militar de la Unión Europea tuvo un impacto positivo en Bangui, pero fue muy efímera. Sin embargo, no deja de ser lamentable que 27 países con un presupuesto militar fuera de toda norma, fueran incapaces de juntar mil militares para salvar vidas.

¿De qué forma crees que debe apoyar la comunidad internacional en la resolución del conflicto? ¿Cuál es la presencia de las organizaciones humanitarias?

En un país fallido como Centroáfrica, la presencia de la comunidad internacional es importantísima. Gracias a ella, los enfrentamientos han bajado de intensidad y también el gobierno de transición puede funcionar. Por tanto, es necesario que la comunidad internacional siga en el país con ayudas militares, económicas y humanitarias para acompañar el proceso de paz. Ahora mismo gracias, a las organizaciones humanitarias, se ha podido evitar la catástrofe humanitaria tanto en el campo de la salud, como en el campo alimentario.

En tu opinión, ¿cuál es el siguiente paso de cara a una estabilidad permanente? ¿Está el país preparado para unas elecciones?

Lo ideal sería que se pudieran desarmar gran parte de los grupos violentos para luego organizar en un clima pacífico las elecciones. Pero, por lo que se ve, nadie quiere entrar en este avispero de los grupos armados para exigirles el desarme. La comunidad internacional, que es la que realmente tiene la palabra en el proceso de paz, prefiere invertir el orden. Habla de elecciones primero y de desarme después. Realmente las dos soluciones son complicadas. La situación de Centroáfrica es tan compleja que no hay una solución matemática. Todo dependerá de los ánimos de unos y de otros y de la voluntad de alcanzar la paz de los diferentes protagonistas.

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