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La violencia sexual continúa en los campos de refugiados de Haití

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Con motivo del aniversario del terremoto de Haití, el Institute for Justice & Democracy in Haiti (IJDH) y Mission d’Aide au Développement des Economies Rurales en Afghanistan (MADERA) han publicado el informe Our Bodies Are Still Trembling: Haitian Women Continue to Fight Against Rape.

El pasado 12 de enero de 2010, las mujeres y niñas haitianas empezaron a sufrir las consecuencias del terremoto (traumas, lesiones, desplazamiento, pérdidas…). A lo largo de los últimos doce meses, además de ver el comienzo de la reconstrucción tras el desastre y de la ayuda recibida por los niños, discapacitados y ancianos más vulnerables, las mujeres haitianas hacen frente a otra catástrofe: una epidemia de violencia sexual. Un año después del devastador terremoto, el gobierno de Haití, las Naciones Unidas, y la comunidad internacional fracasaron a la hora de dar una respuesta eficaz contra la violencia de género sufrida por las mujeres y niñas haitianas que viven en la periferia de los campos de IDP de Puerto Príncipe.

Las mujeres y niñas haitianas han sufrido violaciones o intentos de violaciones, graves agresiones físicas y repetidas amenazas a sus vidas por haber denunciado las violaciones o haber ayudado a otras víctimas.

Con escasos recursos y bajo brutales condiciones, las mujeres de los campos han organizado unos impresionantes servicios ad-hoc de seguridad comunitaria, apoyo psicológico, asistencia legal y médica para las víctimas de violaciones. Sin embargo, su capacidad es muy limitada y no han conseguido reducir el número de violaciones. De hecho, a lo largo del último año, las condiciones de los campos de IDP han empeorado con el brote de cólera, la revuelta política y la persistente impunidad ante las violaciones, que han incrementado la inseguridad y el riesgo de violencia sexual para las mujeres.

La violación y la violencia sexual son violaciones extremas de los derechos humanos universales y ponen comprometen el acceso de las mujeres a la totalidad de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. La privación de estos derechos, a su vez, causa una espiral que lleva a un mayor deterioro de los derechos humanos. Por ejemplo, una chica que sufre lesiones o traumas como consecuencia de una violación, podría verse incapacitada para ejercer su derecho humano de asistir a la escuela, al trabajo o participar en la vida pública.

Al comienzo del desastre, las mujeres generalmente tienen menos acceso a los recursos y son excluidas del proceso de toma de decisiones. Esta discriminación hace a las mujeres y niñas más vulnerables al impacto de los desastres, incluyendo las condiciones específicas que provocan la violencia sexual. Una vulnerabilidad desproporcionada en tiempos de desastre también agrava las consecuencias de la violencia sexual, tales como la enfermedad, discapacidad o depresión.

Las mujeres y niñas se ven expuestas a un mayor riesgo de violación por el colapso de las infraestructuras sociales, la erosión de las redes familiares y comunitarias, el acceso desigual a los servicios sociales, la ausencia policía, la falta de hogares o barrios seguros y la dependencia resultante del desorden económico. Todas estas condiciones se han dado desde que se produjo el terremoto de Haití, creando una oleada de violencia sexual que ha arrasado los campos.

Sin embargo, el gobierno acaba de lanzar un plan estratégico para alojar a los aproximadamente 1.000.000 – 1.300.000 de residentes en los 1.000 campos de IDP. El plan no se implementará en meses o en años. Por tanto, parece que no se vislumbra el final para estas peligrosas condiciones en la que viven las mujeres y niñas haitianas.

Puede verse la totalidad del informe en:
http://www.reliefweb.int/rw/RWFiles2011.nsf/FilesByRWDocUnidFilename/KKAA-8CZ59M-full_report.pdf/$File/full_report.pdf

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