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Entrevista a José Antonio Bastos, Presidente de Médicos sin Fronteras

 

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José Antonio Bastos es médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y con estudios en Medicina Tropical y maestría en Salud Pública en Londres.

Tras unos años de ejercicio de la medicina de familia en España, realizó su primera misión en terreno con Médicos Sin Fronteras en 1991, en la frontera entre Turquía e Irak. Continuó en Bolivia, Kenia, Somalia, Tanzania, Ruanda, República Democrática del Congo y Angola. Años más tarde, fue responsable de la Unidad de Emergencias y director de Operaciones de MSF España y director de Operaciones de MSF Holanda.

A lo largo de todas estas misiones, ha trabajado en contextos de conflicto y desplazamiento, crisis nutricionales o emergencias relacionadas con brotes epidémicos como el cólera o la meningitis. Entre 2006 y 2010, trabajó para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), con misiones en Pakistán, Irak y Afganistán.

Desde diciembre de 2010, es presidente de Médicos Sin Fronteras España.

Médicos Sin Fronteras (MSF), fundada en 1971 por un pequeño grupo de médicos y periodistas en París, es una de las mayores organizaciones humanitarias independientes que existen. ¿Qué principios destacaría como los más relevantes de su organización en la actualidad?

El principio más relevante siempre es la humanidad, por ser el origen de todos los demás. Es el que nos inspira directamente. Humanidad y humanismo: es el respeto intrínseco a cada ser humano individual y el compromiso de los seres humanos que formamos la asociación de MSF de comprometernos voluntariamente a ayudar a otros seres humanos.

El segundo sería imparcialidad porque es el que mejor define lo que queremos hacer: ayudar más al que más lo necesita, independientemente de todo lo demás. Pero hoy día, el que está más retado y en el que hay más problemas es la independencia y la neutralidad.

La independencia es el más importante de todos, porque el que está en más riesgo es la neutralidad. La imagen de neutralidad de MSF y otras organizaciones humanitarias está muy deteriorada por la politización de la ayuda humanitaria, el abuso del término humanitario unido a operaciones militares y la utilización de ayuda que se llama a sí misma humanitaria, pero que no responde a los mismos principios que organizaciones como MSF o el Comité de la Cruz Roja; pues, está hecha por instituciones militares en el contexto de conflictos y nos está poniendo en situaciones muy difíciles, por confusión de lo que son actores militares y lo que son actores humanitarios.

En resumen, el principio más importante es humanidad, sin ninguna duda. El que mejor explica lo que queremos hacer es la imparcialidad, que es dar ayuda a quien más necesite. El más dañado es la neutralidad y el que más falta es independencia para poder explicar y demostrar nuestra neutralidad.

Como todos sabemos, el año 2011 está siendo testigo de la oleada de revueltas en el mundo árabe. ¿Cuál ha sido la presencia de MSF en estos países?

Al principio, MSF estuvo monitorizando de cerca las primeras revueltas en Túnez, Marruecos y Egipto, teniendo en cuenta que todos ellos son países con sistemas en salud bien desarrollados y profesionales muy competentes. Por ello, lo que veíamos era cuando las necesidades generadas por estas revueltas (que eran sobre todo políticas con pocas consecuencias directas de violencia) superaban la capacidad local. Esto nos sucedió en Túnez y en Egipto.

En Egipto, estuvimos en contacto con clínicas específicas en la Plaza Tahrir y les apoyamos con suministros de material médico, pero no tuvimos una presencia directa. Desde luego, donde se ha desbordado la situación completamente es en Libia y actualmente en Siria.

En Libia, MSF intentó entrar a trabajar en los dos lados del conflicto desde el principio. El permiso para entrar en la zona de Trípoli controlada por el gobierno fue sistemáticamente denegado y no hemos podido tener acceso hasta ahora.

En la parte controlada por los rebeldes, MSF ha actuado en la zona de Bengasi desde Egipto, comprobando que todo funcionaba bien y había profesionales muy cualificados. Sobre todo aportamos suministros, formación y entrenamiento en lo que es asistencia a incidentes con número masivo de víctimas, en los hospitales un poco más refinando lo que es la técnica de la cirugía de guerra.

MSF estuvo también en la frontera oeste con Túnez, monitorizando el desplazamiento de los ciudadanos de terceros países que eran trabajadores emigrantes dentro de Libia, y que salieron masivamente a principios del conflicto. MSF estuvo vigilando la situación, pero había muchísimos otros actores que dieron respuestas adecuadas. MSF estaba un poco más al sur de la zona de máximo flujo apoyando las estructuras médicas de la zona porque recibían algún que otro herido, pero donde MSF ha hecho el esfuerzo más grande y lo está haciendo ahora mismo es en Misrata.

En Misrata, creo que fue en febrero conseguimos en tres ocasiones que vinieran otras instituciones como fue una institución turca y otros. Igual, conseguimos llevar un barco hospital hasta Misrata, al puerto y evacuar heridos de vuelta hasta Túnez.

Pero desde hace más de un mes, tenemos equipos trabajando permanentemente en la zona controlada por los rebeldes de Misrata. En esta zona, la línea de frente ha destruido el centro de la ciudad y muchos de los centros hospitalarios que atendían a la población, han creado una partición en zonas donde la población no puede desplazarse de un lado a otro, ha dejado la zona controlada por los rebeldes sin ningún centro de asistencia obstétrica ni ginecológica. Esa es una de las intervenciones que MSF tiene ahora mismo en Misrata, apoyando un hospital para la asistencia de la salud femenina en general, sobre todo obstetricia para partos y problemas ginecológicos.

También estamos apoyando directamente los hospitales principales para la asistencia de heridos de guerra con material, con entrenamiento en técnicas especiales para cirugías, con personal internacional de MSF presente en los hospitales trabajando mano a mano, intentando ser un apoyo más para el entrenamiento y como expresión de solidaridad con los médicos libios que trabajan allí. Nuestra aspiración sería poder trabajar en la zona controlada por el gobierno de Gadafi también.

¿Alguna presencia en Yemen?

Sí, MSF tiene una presencia en Yemen. La diferencia es que en Yemen, MSF tiene una presencia bastante importante antes de que empezara la oleada de conflictos de la primavera árabe. Yemen es un país -al contrario que Libia, Túnez o Egipto- que tiene una historia reciente en los últimos años: no de un conflicto, sino de tres o cuatro conflictos diferentes superpuestos en el mismo país.

MSF lleva años apoyando hospitales en las zonas principales del país, con recursos y suministros. Hay profesionales y médicas muy cualificados pero en las zonas de combate van quedando cada vez menos. Sobre todo, tenemos apoyo a la gestión técnica y la mejora de la calidad de los heridos.

En Yemen, también hemos tenido mucho tiempo un programa de asistencia a refugiados somalíes, particularmente dirigido a mujeres somalíes con un perfil médico complicado. Hemos conseguido empezar a dar tratamiento antirretroviral a mujeres somalíes que están infectadas por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Este es un programa relativamente innovador.

Con la aparición de las revueltas en la capital, los equipos de MSF se instalaron allí dentro de hospitales de manera permanente para seguir proporcionando ayuda a la población, a pesar de que en algunos momentos de las últimas semanas, la circulación dentro de la ciudad era imposible. Por eso, se instalaron en los hospitales y siguieron con la misma combinación de recursos materiales, suministros médicos y apoyo técnico en cirugía de guerra y ayuda con el trabajo diario.

Y en Siria, tenemos un programa con muchas dificultades para poder acceder y estamos negociando e insistiendo para tener acceso. MSF tenía un programa de asistencia a refugiados iraquíes en Siria. Era un programa relativamente pequeño que se ha quedado completamente desbordado por la situación y completamente ensombrecido. Ahora estamos haciendo esfuerzos para conseguir acceso y permiso para trabajar dentro de Siria. Nos preocupa mucho la situación de Siria.

En relación con la Cumbre de la ONU sobre VIH y SIDA y el compromiso de ampliar la cobertura de tratamiento a nueve millones de personas más en los próximos cuatro años. ¿Cuáles son sus expectativas ante esta meta? ¿Cree que es posible alcanzar dicho objetivo para el 2015?

Idealmente, el objetivo de MSF hubiera sido conseguir un compromiso de cobertura universal para todos los pacientes con infección de VIH o SIDA en el mundo, que no consiguen tratamiento. La cifra que manejábamos era de 15 millones, es decir, que nos hemos quedado muy cortos y nos parece un paso más en una tendencia peligrosísima, muy preocupante.

En la última década, se produjeron mejoras en cuanto a la toma de responsabilidades y la implementación de estas responsabilidades por la comunidad internacional sobre el acceso de los pacientes con SIDA al tratamiento, que hacían esperar una evolución general de la humanidad hacia un mundo mejor.

La creación del Fondo Global de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria (Global Fund), la aparición de instituciones filantrópicas dispuestas a financiar cantidades enormes y el compromiso de muchos gobiernos, daba la impresión de que había un cambio de actitud estructural en cuanto al compromiso con estas enfermedades, sobre todo con SIDA, pero también con tuberculosis y malaria.

Es muy preocupante porque entonces interpretamos con la excusa de la crisis económica – financiera global que haya una contracción de la disponibilidad de fondos y de fondos ya comprometidos anteriormente para el tratamiento del SIDA. En este sentido, nos preocupa la postura específicamente del gobierno español, que era uno de los gobiernos más generosos y más avanzados del mundo en cuanto a su compromiso y las cantidades que tenían comprometidas con el Fondo Global.

Nos preocupa mucho la situación actual en las que excusándose en unas auditorías y unos problemas de corrupción que existen en estos países que necesitan ayuda, se ha decidido congelar y posiblemente suspender o retraer enormemente la disponibilidad de fondos para el Global Fund, que hoy día ya está costando que haya pacientes en países como República Centroafricana, (donde estuve hace tres meses) que han dejado de recibir el tratamiento por culpa de la contracción de fondos disponibles por el Fondo Global.

Esto nos parece terrible, especialmente dramático en momentos en que la comunidad internacional se anima a meterse en iniciativas militares del calado de la operación militar que se está haciendo en Libia, que tiene un coste altísimo y que empequeñece completamente lo que sería el coste de apoyo al Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA.

Nos parece que no es muy honesto ampararse en la crisis financiera para justificar el dar marcha atrás a compromisos que suponían un progreso muy importante en el acceso al cuidado de la salud de una población que lo necesitaba.

En esta línea, MSF lanzó la campaña «Europa: No toques nuestros medicamentos» para hacer frente a la presión de la Unión Europea en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con India…

Nos parece absolutamente inaceptable que con cambios de leyes de patentes y de leyes de exportación /importación, la Unión Europea pusiera trabas a personas en todo el mundo que necesitan tratamientos fabricados a un precio mucho más bajo como genéricos en India, (amparados en excusas legales complicadas pero al final defendiendo el margen de beneficio de las grandes empresas farmacéuticas) y estuvieran obstruyendo esta posibilidad.

Nos parece inaceptable y va completamente en línea con la Campaña para el acceso a Medicamentos que MSF lleva trabajando y rodando en el mundo la última década.

La próxima cumbre de las negociaciones del Tratado son en diciembre de este año, ¿hay expectativas de movilizaciones u otras acciones?

Sí, vamos a seguir peleando. Ya veremos de qué manera hacemos movilizaciones generales: si recurrimos a la prensa o sólo hacemos confrontación discreta de manera un poco más diplomática; pero desde luego, para nosotros unido a la preocupación por lo que está sucediendo, está la decisión de identificar esto como una prioridad y pelearlo aún más.

En la actualidad, los medios de comunicación tradicionales no informan sobre determinadas crisis y conflictos humanitarios, las llamadas «crisis olvidadas» ¿Cuáles de estos países olvidados considera que demandan mayor atención de la comunidad internacional en estos momentos? ¿En qué sectores se centra la atención de MSF en estos conflictos?

Hay muchos países y rincones de muchos países que de manera diferente son muy olvidados. Tampoco es nada nuevo, antes se llamaba el efecto CNN. Pero, en estos momentos es muy preocupante el país que otra organización no gubernamental (Save the Children), ha definido como el peor país del mundo donde un niño puede nacer: Somalia.

Somalia es un país que lleva 20 años de guerra civil. Ha habido diversos intentos, no muy consistentes de la comunidad internacional, de intentar resolver el problema. Ha habido un patrón muy irregular e insuficiente de ayudar a las víctimas del conflicto constantemente.

En este momento, en la frontera de alrededor de Somalia, Etiopia y Kenia se agolpan los campos de concentración más grandes del mundo actualmente, que no los hemos visto nunca en los medios de comunicación de ningún sitio. Nosotros trabajamos ahí, proporcionando asistencia médica básica a todos los refugiados en la frontera con Kenia y en la frontera con Etiopía.

La situación general de Somalia es la imagen que tenemos todos de hambruna de 1992, después de la guerra civil. Ha tenido sus altos y sus bajos en las últimas dos décadas, pero en los últimos cinco años va empeorando. La situación política y militar no es nuestra especialidad; pero, para la población somalí, la vida es cada vez más difícil y más peligrosa.

Nos preocupa muchísimo no sólo la falta de compromiso de la comunidad internacional de hacer algo en lo que es la acumulación de sufrimiento humano más grande del mundo posiblemente, sino que debido a la alta significación política del contexto mundial de hoy, la asignación de ayuda humanitaria a la población bajo control de Al Shabaab -grupo rebelde próximo a los círculos de Al Qaeda, que está luchando contra el gobierno-, llega con muchos más problemas que la ayuda que llega a las zonas controladas por el gobierno.

No es la primera vez que lo vemos, pero nos parece una vez más completamente inadmisible: no que se politice la ayuda dando ayuda a quien lo necesite con beneficios políticos. Eso está mal, pero lo que es absolutamente inaceptable es que se deniegue, se controle o se limite la ayuda a poblaciones que lo necesitan por razones estrictamente políticas.

Si la comunidad internacional, y específicamente la Unión Europea tiene un interés en la estabilidad, la seguridad y en apoyar al gobierno tradicional de Somalia no debería hacerlo utilizando como instrumento la ayuda humanitaria y no deberían pagar el precio de esta negociación política las miles de personas que viven bajo control de Al Shabaab, que tienen necesidades básicas que no deberían estar supeditadas a intereses políticos.

Un país en el otro extremo, también olvidadísimo con una población más pequeña y un conflicto menos cruel, pero seguramente más olvidado que Somalia (últimamente más conocido por los piratas y los secuestros), un país del que no se oye absolutamente nada es la República Centroafricana.

Creemos que es un ejemplo bastante impresionante de un país con un nivel de pobreza chocante, con un conflicto interno con varios grupos rebeldes armados combatiendo al gobierno y entre ellos; con violencia de origen de criminalidad común de los cazadores furtivos de marfil; con incursiones en territorio nacional del ejército sudanés, del ejército ruandés, del grupo del Ejército de Liberación del Señor (Lord’s Resistance Army) que entran y salen de la República Centroafricana como quieren, aterrorizando a la población civil.

Además, es un país con un perfil epidemiológico terrible: con una prevalencia de malaria, donde se mueren niños de malaria regularmente, niños que no pueden acceder a un tratamiento que está disponible en los programas de MSF y de los Ministerios de Salud porque en las zonas de conflicto no tienen acceso a los centros de salud y con una prevalencia de VIH preocupante también. Es un país olvidado que se merece mucha más atención y apoyo real del que tiene.

Para hacer frente a estos conflictos, MSF en España lanzó la Campaña «Pastillas contra el Dolor Ajeno», ésta ha tenido excelente aceptación en España. ¿Se esperaba esta acogida? ¿Se están haciendo planes para implementar la campaña en otros países?

La acogida nos ha desbordado completamente. Tengo que señalar que no sólo esta campaña, sino en general, la reacción del público de la población española que nos apoya en los últimos dos años y particularmente el último año con la crisis financiera rodando y el desempleo aumentando, el apoyo a MSF sigue aumentando también.

Creo que la respuesta a las pastillas es el síntoma más espectacular de una tendencia general de la población española a ser extremadamente generosa en momentos de dificultad importantes, que nos tiene muy sorprendidos y agradecidos en nombre de las personas que podemos apoyar. Es muy impresionante.

La campaña de las Pastillas contra el Dolor Ajeno se diseñó con una primera tirada de 1.000.000 de pastillas pensando en los primeros tres meses y ese millón de pastillas casi se vendió completamente en las primeras seis semanas. Ha sido una respuesta muchísimo mayor de lo que esperábamos, una aceptación enorme tanto por el público directamente como por los críticos. Inesperadamente, hemos recolectado unos cuantos premios de diseño de campaña publicitaria, de marketing y otros, cosas muy sorprendentes y muy interesantes.

Desde luego, ya tenemos compañeros de otras secciones de MSF de otros países que están muy interesados en el modelo y les gustaría discutir con nosotros si esto se puede repetir en sus países.

Insisto: lo más impresionante de la respuesta de la campaña de las pastillas es el comportamiento de la sociedad española frente a una crisis económica importante, con un aumento del paro y que todavía sigue apoyándonos. Esto nos conmueve y nos parece bastante impresionante. Estamos muy agradecidos.

Usted trabajó en el terreno durante 20 años, actualmente como Presidente de la organización ¿Cuál considera los mayores retos que deberá enfrentar MSF en el corto, mediano y largo plazo?

En el corto plazo, ya estamos enfrentando lo comentado anteriormente: la manipulación del gesto humanitario con objetivos militares, políticos o los que sean. Es algo que nos ha puesto en un rincón muy difícil. Probablemente, ha sido la causa de que perdamos acceso a sectores de población enormes en el mundo, que son los que más nos necesitan como la población de Somalia, algunas partes de Afganistán, algunas partes de El Congo. Creo que eso ha alterado la percepción de lo que somos los actores humanitarios civiles e independientes. Es algo que a corto plazo ya estamos peleándolo y discutiéndolo.

El segundo reto es la marcha atrás de la comunidad internacional en apoyar la lucha contra el SIDA y otras enfermedades, que estaba tomando una dirección muy buena en la última década. Eso nos preocupa y estamos gestionándolo.

A medio plazo, esto es una experiencia que aprendimos en Haití. El hecho de que en MSF, gracias al apoyo de toda la población, cada vez tenemos una capacidad mayor para llegar a más personas que lo necesitan. Esto empieza a tener un efecto negativo en otros actores humanitarios que, no sabemos si por contracción porque estamos robándole espacio; o a mí me da mucho miedo que con nuestra respuesta, la respuesta mayor de MSF al estar en Haití, cubrimos muchísimo la falta de respuesta adecuada de otras instituciones que tienen fondos, mandatos y responsabilidades y que deberían haber hecho más de lo que hicieron en Haití.

Los huecos que otros dejaron los cubrimos en MSF. Pienso que esto a medio plazo va a ser un problema muy importante. Cada vez nos enfrentamos más, sobre todo en países de África a epidemias de sarampión o tasas de cobertura de vacunas bajísimas. Con la capacidad que estamos hablando, nuestro primer reflejo es encargarnos de las vacunas; pero tenemos que empezar a tener mucho cuidado de que nuestra eficacia y capacidad de respuesta no sea la razón por la que otras instituciones dejan de responder y se desinhiben de unas responsabilidades que tienen porque algunas veces tienen que hacerse cargo de las vacunaciones en sus países. Estamos hablando de países africanos que no son Somalia, son países estables como Zambia o Malawi, donde hay gobiernos en los que funciona el Ministerio de Salud y agencias de Naciones Unidas que están en proyectos de vacunación.

Esto nos parece una tendencia preocupante a medio plazo: hasta qué punto el resto de la comunidad internacional se está inhibiendo de respuestas que tienen que dar, porque MSF está overperforming, o como se dice en español, porque estamos haciéndolo un poco demasiado bien en ocasiones. Tenemos que unir mucho más a nuestra acción directa de apoyar a pacientes que siempre lo haremos, un análisis político crítico sobre qué otras instituciones han dejado de hacer lo que tenían que hacer y por qué, y actuar en consecuencia.

Primero, siempre atender a las poblaciones que lo necesitan. Lo segundo, tener una actitud mucho más crítica y en algunas ocasiones ser mucho más vocal y extrovertido en exponer al resto del mundo los fallos, o lo que han dejado de hacer otras instituciones que tenían que haber hecho más.

A largo plazo, seguramente el reto más grande (un poco más cultural y vago) es que Médicos Sin Fronteras, organización de origen europeo, ya está camino de hacerse una organización realmente internacional. Ya tenemos un porcentaje de personal internacional que viene de países del hemisferio sur, que viene de algunos países de conflictos en los que trabajamos.

Creo que el reto interno de MSF a largo plazo será convertirse en una organización, no utilizaría la palabra global; pero si una organización, que ahora mismo es expresión de una preocupación de la sociedad civil, pero con una implantación mucho más amplia en el mundo. Que tengamos representación de MSF de todas las culturas y las regiones del mundo.

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