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República Centroafricana: una ubicación geográfica sin nombre propio ni apellidos

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En el mapa mediático internacional, la República Centroafricana (RCA) indica una ubicación geográfica. Sin más. Como si se tratase de un país vacío -circundado por vecinos de más peso geopolítico- en el que nunca pasa nada.

De hecho, si su nombre figura en las «noticias» es normalmente en relación con algún factor externo. A modo de ejemplo: los miles de refugiados que llegan a su zona norte procedentes de Darfur (Sudán), la creación por Naciones Unidas en 2008 de una misión de paz híbrida para RCA/Chad, o el reciente procesamiento por la Corte Penal Internacional de Jean Pierre Bemba (líder opositor en la República Democrática del Congo, y ex guerrillero), por los actos cometidos en el sur de la RCA, en 2002 y 2003, por el Movimiento par la Liberación del Congo.

Basta, sin embargo, con atisbar un poco más lejos para comprobar que la realidad de la RCA –un país de la superficie de Francia, rico en minerales y plataforma de todo tipo de tráficos transfronterizos- requiere mucha mayor atención, a todos los niveles. Para empezar, porque se trata de uno de los cinco países más pobres del mundo (con un 67% de sus 4,3 millones de habitantes viviendo con menos de un dólar diario), sujeto a una inestabilidad permanente (11 golpes de Estado en la última década) y con una población completamente desasistida y víctima directa de sucesivos conflictos internos.

La RCA, tal como señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y a diferencia de la gran mayoría de los países subsaharianos, no ha experimentado ningún progreso en materia de desarrollo humano durante las tres últimas décadas. Además, un tercio de los menores de 5 años sufren malnutrición y existen unos 140.000 niños huérfanos a causa del VIH-SIDA –según datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)-.

La zona norte del país es escenario desde 2004 de una guerra civil entre las fuerzas gubernamentales y -principalmente- dos grupos rebeldes; que hunde sus raíces en las políticas de exclusión y desigualdad, y en particular de la brutal marginación de esta región. Este conflicto, que tiene su origen en el golpe de Estado de 2003 del actual presidente de la RCA, el general Bozizé, se ha cobrado cientos de víctimas civiles y ha provocado alrededor de 198.000 desplazados internos y 102.000 refugiados (en Chad, Camerún y Sudán).

El régimen de Bozizé cuenta entre sus principales aliados con Francia (como caso de libro de la denominada Françafrique; el sistema tejido por la ex colonia desde los tiempos del dictador Bocassa para mantener bajo control sus intereses políticos y económicos) y Chad; además de mantener un importante acuerdo militar con Sudáfrica. Los dos primeros le han otorgado un apoyo decisivo durante los últimos años.

En cuanto a presencia de organismos internacionales, desde 2000 está presente en la capital (Bangui) la Oficina de Apoyo a la Construcción de la Paz de Naciones Unidas en República Centroafricana (BONUCA, por sus siglas en inglés). En 2008, la Unión Económica y Monetaria de África Central sustituyó la fuerza multinacional que tenía en el país desde 2002 por la Misión para la Consolidación de la Paz en Africa Central, que, incluyendo soldados, policías y gendarmes, supone un avance con respecto a la anterior misión en lo que a mandato y capacidades se refiere.

Tal y como consta en el informe de Human Rights Watch (HRW) «State of Anarchy»1, son las fuerzas gubernamentales -fundamentalmente la Guardia Presidencial- las responsables, en un clima de completa impunidad, de las más graves y la mayoría de las violaciones de derechos humanos cometidas contra los civiles entre 2005 y 2007, incluyendo asesinatos, ejecuciones sumarias y quema de hogares (más de 10.000). Se calcula que estas acciones represivas, junto con las perpetradas por los grupos rebeldes, han afectado gravemente la vida de un millón de personas. Con la retirada, a mediados de 2007 y bajo presión internacional, del referido cuerpo presidencial, estas exacciones han disminuido considerablemente.

Sin embargo, en su informe de 20092, HRW deuncia de nuevo actos criminales contra la población civil por las fuerzas gubernamentales, aunque de carácter aislado; además de varias incursiones del ejército del Chad (valedor del régimen de Bozizé) contra civiles y la progresión de las bandas criminales (conocidas como zaraguinas) que, sin ser parte directa en el conflicto, han provocado el desplazamiento de decenas de miles de personas y han atacado de forma continuada los transportes de ayuda humanitaria.

A día de hoy, y pese a la firma de un acuerdo de paz en junio de 2008 y la incorporación de algunos rebeldes al gobierno en enero de 2009, las dinámicas del conflicto siguen activas. Prueba de ello es que a mediados de febrero más de 10.000 personas, sobre todo mujeres y niños, esperaban la ayuda del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en una región enclavada del sur de Chad, tras tener que huir de sus hogares como consecuencia de enfrentamientos en el norte de la RCA entre fuerzas del gobierno y un tercer grupo rebelde.

Notas:

1.- Human Rigths Watch: «State of Anarchy. Rebellion and Abuses against Civilians». Septiembre de 2007. Disponible en http://www.hrw.org/en/reports/2007/09/13/state-anarchy

2.- Human Rigths Watch: «World Report Chapter: Central African Republic». Enero de 2009. Disponible en http://www.hrw.org/en/world-report/2009/central-african-republic-car

Boletín IECAH nº 1, marzo 2009

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