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VIH/Sida en Sudáfrica: hay luz al final del túnel

sida

Por Guillermo Naya

De cada 100 personas que viven con VIH en el mundo, 17 se encuentran Sudáfrica. Con alrededor de 5,6 millones de personas diagnosticadas de VIH+, Sudáfrica es el país con una mayor incidencia de la enfermedad a nivel mundial, muy por delante de Nigeria –segundo, con 3,3 millones- o India –tercero, con 2,4 millones-. Los avances científicos orientados hacia un mayor conocimiento del VIH/Sida, la demostrada eficacia del uso de los tratamientos antirretrovirales (ARV) o las tareas de sensibilización y prevención del riesgo de transmisión han contribuido a que las cifras de personas seropositivas se hayan logrado estabilizar y reducir sustancialmente en la mayor parte de los países afectados. Sin embargo, en pleno siglo XXI y más de 30 años después de su descubrimiento, el VIH/Sida es todavía uno de los principales problemas que debe afrontar Sudáfrica.

A lo largo de la historia política reciente del país, los pasos en falso en relación con la temática del VIH/SIDA han sido una constante. Con el período del Apartheid ya finalizado, el mundo esperaba que el gobierno progresista de Mandela –gran conocedor de la enfermedad- comenzara a actuar para tratar de frenar la expansión de un problema que había adquirido el rango de pandemia y se cobraba la vida de 600 sudafricanos diariamente. Sin embargo, la tardanza y la ineficacia con la que el entonces presidente sudafricano se enfrentó al problema sorprendió a muchos. La estrategia nacional y las políticas públicas ejecutadas al respecto durante su mandato fueron tachadas de incoherentes e inefectivas por los trabajadores sanitarios y por las ONG en una etapa en la que la tasa infección por VIH en las mujeres que acudían a las clínicas de cuidado prenatal había superado ya el 20%.

A partir de 1999, toma las riendas del país el veterano luchador anti-apartheid Thabo Mbeki. Su carácter controvertido le llevó a protagonizar grandes polémicas en el terreno de la lucha contra el sida, evidenciando lo que algunos definieron como «un desfase sobresaliente con respecto al estado actual de los conocimientos científicos, pudiéndose hablar de la inexistencia de una estrategia coherente» . Con la Ministra de Sanidad -Manto Tshabalala- como principal aliada, Mbeki inició una campaña con el objetivo de abrir el debate sobre el ‘verdadero origen’ de la enfermedad, poniendo en duda la relación entre el virus VIH y el sida. Mientras tanto, alrededor de 250.000 sudafricanos perdían la vida cada año a causa de la enfermedad, de acuerdo con datos facilitados por la Agencia de las Naciones Unidas contra el Sida (ONUSIDA).

La Conferencia Internacional sobre el Sida celebrada en Durban en el año 2000 reunió a más de 11.000 científicos y expertos en la materia. Como resultado del foro se firmó la Declaración de Durban, a través de la cual se reafirmaba que el retrovirus VIH era el causante de la enfermedad del sida, conclusión que para el Dr. Jorge Saavedra sólo era necesaria como respuesta a las teorías negacionistas del entonces presidente sudafricano . En Durban se demostró de forma irrefutable que la postura de Mbeki estaba equivocada. Sin embargo, la negación de los avances científicos al respecto de la enfermedad había contribuido a diluir el mensaje de la prevención y la toma de precauciones –especialmente en el ámbito sexual-, en Sudáfrica, un país que en 2000 ya contaba con más de cuatro millones de afectados por el virus y donde la transmisión de la enfermedad se estaba extendiendo más rápido que en ningún otro lugar del planeta . En los últimos años de su mandato, Mbeki volvió a protagonizar una polémica campaña en la que presentaba algunas frutas y hortalizas -limones, ajos y remolachas- como alternativas serias a los tratamientos antirretrovirales . Defendió la idea en la Conferencia Internacional sobre el sida celebrada en Canadá en 2006, y de nuevo la comunidad científica se tuvo que echar las manos a la cabeza.

La historia del ascenso político de Jacob Zuma, actual presidente de Sudáfrica, incluye una fuerte rivalidad con Mbeki, el cual le destituyó de la vicepresidencia del gobierno durante su mandato. Zuma estuvo también implicado en un proceso judicial que duró cuatro años y fue juzgado por cargos de corrupción y violación. El presidente fue absuelto tras afirmar que había mantenido relaciones sexuales ‘consensuadas’ con una conocida de la familia, seropositiva y sin utilizar preservativo, para seguidamente aclarar que había tomado una ducha con el fin de «reducir el riesgo de contraer el mal» . Como no podía ser de otra forma, las declaraciones dieron la vuelta al mundo y encendieron una vez más la alarma ante el total desconocimiento que Zuma evidenciaba acerca de la prevención y transmisión del VIH/Sida.

En la actualidad, la situación de la epidemia en Sudáfrica continúa siendo preocupante, pero las perspectivas a medio plazo permiten ser moderadamente optimistas. Shelia Tlou, directora regional de ONUSIDA para las regiones del este y del sur de África, anunció recientemente que Sudáfrica registrará en 2020 una «disminución masiva» de los nuevos casos de VIH+. El pasado político del país y las irresponsabilidades de líderes como Mbeki, han dado paso a un compromiso firme en tareas de prevención, sensibilización y acceso gratuito a los tratamientos farmacológicos necesarios para combatir la enfermedad.

El pasado 1 de diciembre, Día Mundial del Sida, el Presidente de la República de Sudáfrica presentaba oficialmente el nuevo Plan Estratégico Nacional (PEN 2012-2016) para el VIH, las ITS y la tuberculosis. A través del mismo, Jacob Zuma hace suya la estrategia de ONUSIDA conocida como el ‘triple cero’ -cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida-. Además, el programa sudafricano añade un cuarto cero a su plan: «cero nuevas infecciones por transmisión materno infantil». Para lograr alcanzar los ambiciosos objetivos que refleja el programa, será necesario aumentar los recursos, tarea que se antoja complicada en un contexto económico como lo es el actual. En 2010, Sudáfrica financió más de dos tercios de su propio plan e invirtió más de mil millones de dólares, nueva muestra de que la lucha contra el VIH es por fin una prioridad absoluta para Pretoria. Aún con dos décadas de retraso en la respuesta por parte de sus gobernantes, la población seropositiva sudafricana tiene hoy motivos para creer en un futuro mejor.

 

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