investigar. formar. incidir.

Menú
Actualidad | Artículos propios

Seguridad y el Sahel: una nueva prioridad para España

imgboletinmezquita

Durante los últimos años, después de los atentados en Nueva York el 11 de Septiembre de 2001, la atención e interés dedicados al Sahel –la región “olvidada” y más pobre del mundo, que se extiende desde Mauritania, en la costa atlántica, hasta Eritrea en el cuerno de África– ha crecido rápidamente a nivel internacional. Este aumento en protagonismo dentro de las agendas de los actores globales tiene tres razones principales: la preocupación continuada por los flujos migratorios hacia la Unión Europea, una carrera entre grandes competidores por el acceso y control de recursos naturales recién descubiertos en ciertos países subsaharianos, y una peligrosa percepción de que la región se está convirtiendo en un nuevo campo de batalla de la lucha contra el terrorismo internacional.

Tradicionalmente, España ha mostrado poco interés por desempeñar un papel de importancia en el Sahel, y, en todo caso, su política en la región se ha centrado casi exclusivamente en el aspecto de los flujos migratorios. Sin embargo, las tres dinámicas mencionadas -cada una de las cuales afecta directamente a intereses españoles- más el hecho de que España tiene una posición potencialmente muy ventajosa en la región, deben llevar a una reorientación de las prioridades hacía un política más activa y una mayor implicación en el Sahel, tanto bilateralmente como al nivel europeo. Su apuesta reciente por estrategias como la de Construcción de la Paz (CP) y cooperación para el desarrollo debe estar en el centro de ésta política para poder desempeñar un papel eficaz y productivo. Hasta ahora, las políticas de los países occidentales involucrados en el tema parecen haber empeorado la situación de largo plazo. España debe elegir otro camino.

Las complejidades

El Sahel históricamente se ha visto perjudicado por su posición casi irrelevante desde un punto de vista geoestratégico, de su pobreza extrema (Véase Tabla 1) -países como Níger, se encuentran sistemáticamente en los últimos puestos de los ránkings, tanto de PIB como de indicadores de desarrollo humano- y de su inestabilidad interna, especialmente en la época poscolonial. La poca atención dedicada al Sahel por parte de los actores internacionales se ha limitado a aliviar los síntomas de la pobreza extrema, mantener los vínculos neocoloniales, y, en menor parte, gestionar el tema religioso dentro de la región. La zona marca la línea divisoria entre el mundo islámico en el norte y poblaciones mayoritariamente cristianas en el sur de África.

Tabla 1: Indicadores del Sahel (países seleccionados)
 

 

 

PIB 2007 (PPA per cápita) (dólares)

Crecimiento anual medio (2001-2007) (%)

Población (millones)

IDH (2005)

Chad

1.668

11,0

9.493

0,388

Malí

1.038

5,7

13.059

0,380

Mauritania

2.011

4,7

2.961

0,550

Níger

667

5,1

13.351

0,374

Fuentes: FMI; PNUD

Desde una perspectiva española, hay cuatro razones principales –cada una vinculada a las otras- para centrarse más en África Subsahariana, y el Sahel en particular, dado que funciona como puerta de acceso y salida fundamental para el resto de esa zona:

1) Pobreza. España tiene la lucha contra la pobreza extrema identificada como una prioridad dentro de su política exterior y de cooperación, y no existe ningún otro lugar en el mundo con tantas debilidades económicas. Aunque la economía de algunos de los países del Sahel ha crecido rápidamente durante los últimos años –como consecuencia de los precios de las materias primas especialmente– la situación regional sigue siendo de gran pobreza y debilidades sociales e institucionales. Los conflictos en Chad y Níger demuestran esa fragilidad. Muchos de los síntomas que proceden de esos problemas, cómo la inestabilidad política o económica y el bandidismo, son una amenaza directa a la seguridad de los países occidentales.

2) Migración. Tanto desde una perspectiva española como europea, la inmigración desde el subcontinente está percibida cada vez más como un problema prioritario e incluso una amenaza a la misma seguridad de la Unión Europea. Este tema está incluso vinculado con el terrorismo internacional ya que hay especulaciones de que los combatientes de Asia o de Oriente Medio se trasladan fácilmente por los extensos terrenos del Sahel a través de sus fronteras escasamente vigiladas para reunirse con otros grupos islamistas del Maghreb. Las fronteras porosas también sirven como vías de contrabando y facilitan el movimiento de dinero para los grupos criminales.

3) Recursos naturales e importancia geoestratégica. Existe un nuevo interés económico en la región. Está causado tanto por el descubrimiento de recursos naturales (petróleo y oro especialmente) en países del Sahel y en el Golfo de Guinea, como por el aumento de precios de esos recursos a nivel internacional, haciendo viable nuevas exploraciones e inversiones en estas industrias. Actores como Estados Unidos y China ya han identificado, por bien o por mal, a África Subsahariana como un nuevo objetivo de competencia dentro de sus intereses globales.

4) La percepción de una amenaza terrorista. El Sahel se está perfilando cada vez más como un nuevo campo de batalla contra la amenaza del terrorismo internacional. La difusión de grupos terroristas del norte -especialmente argelinos y algunas sospechas sobre actividades de Al-Qaeda- y su carácter ambiguo en términos religiosos han causado un aumento de interés internacional, especialmente por parte de Estados Unidos dentro del marco de su mal llamada “Guerra contra el Terror”.

Sin embargo, atacar estos síntomas no es la solución para resolver la problemática real, dado que existen causas más profundas, más de raíz, que alimentan y prevalecen a través del tiempo. Lo que requiere el Sahel es un enfoque que fortalezca las sociedades desde sus dinámicas más profundas.

Los actores

Los tradicionales poderes coloniales han perdido mucha de su fuerza, y en muchos sentidos parece que es una de las pocas zonas todavía abiertas para las luchas geoestratégicas del siglo XXI. El establecimiento de AFRICOM por parte de Washington, y la multitud de recientes inversiones económicas por parte de Pekín, son claras muestras de sus ambiciones. Aunque hasta ahora la Unión Europea y sus países miembros parecen quedarse fuera del juego, existe una clara competencia entre China y Estados Unidos en África Subsahariana. China pretende cortejar la región con inversiones en la infraestructura, y Estados Unidos emplea sus herramientas más potentes: USAID y capacitación militar.

Con los roles de China y Estados Unidos ya claramente marcados, España y la Unión Europea deben ofrecer una tercera alternativa a los países del Sahel, y salir desde otra perspectiva. En vez de perderse en objetivos y preocupaciones de corto plazo, podrían elegir un enfoque más sostenible y con una mirada hacia el futuro. Basándose en marcos como el de Seguridad Humana y la CP, España puede dirigir sus esfuerzos hacia la construcción de países sostenibles y estables. Crear este tipo de dinámicas orientadas hacia el largo plazo, además de ser la única manera de afrontar verdaderamente las causas de las amenazas percibidas, tiene la ventaja de poder funcionar y estar percibido como socio neutral y constructivo de los países del Sahel.

En los últimos años, España ha mostrado un mayor interés por apoyar a algunos países del Sahel. El acuerdo entre España y Malí para luchar contra el terrorismo y la inmigración ilegal, firmado en el Mayo de 2008, es un ejemplo de la dedicación creciente hacia el Sahel. Además, se han puesto en marcha varias actividades en Mauritania, Sudán y Níger, aunque de estos tres, principalmente Mauritania cuenta con una gama de actividades relacionadas con la CP. Algunas de las actividades en Mauritania incluyen el refuerzo a la pesca artesana, cursos de alfabetización a distancia, y apoyo a asistentes sociales que trabajan con jóvenes para poner freno a la delincuencia. Sudán ha recibido apoyo financiero para la pacificación, restauración y el desarrollo en Darfur, y en Níger la cooperación todavía tiene poca experiencia, pero ya se han planteado iniciativas para el desarrollo rural sostenible y la cobertura de necesidades sociales básicas, con un enfoque en el empoderamiento de las mujeres. Todas representan un enfoque dedicado a la construcción de unas sociedades sostenibles, especialmente en cuanto a las actividades dirigidas a los jóvenes.

Con todo esto, se puede contrastar dos escenarios futuros. En el primero, España sigue en la línea dominante, y vigente de la política de la UE, en que su política exterior en el Sahel es una continuación de intervenciones reactivas y con enfoques mayoritariamente de corto plazo. El segundo escenario sería en el que España apuesta por otro camino, basado en la CP, y estimula a sus socios europeos para optar por una política similar.

España en el Sahel

Aunque España ya apuesta por actividades que aumentan las posibilidades disponibles a las sociedades sahelianas, queda un hueco grande para llenarlo con programas útiles y enriquecedores para enfrentar las raíces de las causas sociales, políticas, económicas y de seguridad, y lograr su integración en un modelo de organización sostenible. Es imprescindible que España no caiga en la misma dinámica que ha implementado EEUU en la región en cuanto a la lucha contra el terrorismo, que está principalmente basada en la potencia militar y el control de fronteras, sino que se desarrollen programas que benefician a esta población en la manera en que les desvía de tomar rutas ilegales o las que perjudican sus vidas o las de los demás. Se trata de redefinir la seguridad en el Sahel según las pautas de seguridad humana y de la CP, y por lo tanto asegurarse de que las actividades por parte del Ministerio de Defensa u otros actores tradicionales de la seguridad formen parte de una estrategia más amplia e integrada de desarrollo sostenible y construcción de la paz. La Estrategia Sectorial de CP del MAEC (2008) puede servir de base para esta política.

La CP -y su articulación a través del dialogo directo con los actores locales- debe ser, por tanto, el punto de partida para abordar el Sahel y la seguridad en esta región; cuestiones éstas que deberían estar entre las prioritarias en la agenda del gobierno español en política exterior. Se pueden identificar tres áreas de actuaciones por parte de la política exterior española en el Sahel: regional, nacional/estatal y dentro de la sociedad civil. Algunos ejemplos dentro de esas categóricas serían:

Regional (enfoque general):

•  Buscar y promover posibilidades de integración regional en procesos económicos, cooperación política y de seguridad, y en sus actuaciones hacia fuera.
•  Apoyar propuestas pansahelianas más que simplemente centrar la atención en países específicos.
•  En vez de apoyar solamente el control de fronteras, debe centrarse en programas que formen alternativas a las actividades ilegales para las poblaciones locales.
•  Ser un “honest broker” en vez ser de un socio de una agenda marcada por intereses geoestratégicos.
•  Crear una estrategia integrada para la lucha contra la piratería, particularmente en las zonas marítimas del Cuerno de África.

Nacional/Estatal:

•  Aumentar las relaciones bilaterales a través de embajadas y oficinas técnicas de cooperación (OTC) en todos los países de la región.
•  Desarrollar actividades que ya están identificadas como prioritarias dentro de la estrategia de la CP española.
•  Evitar usar un lenguaje que criminalice grupos locales o que identifique jóvenes como amenazas terroristas potenciales.
•  Apostar por actividades centradas en jóvenes. Los flujos migratorios o la aparición de la ideología o actividades relacionadas con el fundamentalismo (que pueda llevar al terrorismo) son un fenómeno que afecta más a la población joven. Por tanto, es fundamental desarrollar programas que les afecta más: el desempleo, falta de educación o capacidades técnicas, la carencia de oportunidades económicas…

Sociedad Civil:

•  Empoderar comunidades locales para crear dinámicas consistentes con el enfoque de la CP y buscar el dialogo con actores locales para mejorar la eficacia de la CP.
•  Apoyar programas educativos para los niños y niñas.
•  Crear centros educativos que dispongan de los recursos necesarios para la capacitación a través de la tecnología (para jóvenes y adultos).
•  Apoyar a la artesanía local en cuanto a la difusión de los productos y la mejora de la producción.
•  Apoyar directamente las actividades tradicionales o las que ya se llevan a cabo -como el ejemplo de la pesca artesana en Mauritania– para ayudar a desarrollar los programas puestos en marcha por las propias comunidades.
•  Promover el turismo guiado en el Sáhara, llevado por los habitantes de la región, que permitiría más desarrollo económico y una manera para centrar la atención de las comunidades hacía el rechazo de actividades criminales y de bandidísimo (para no poner en riesgo el “negocio”).
•  Poner en marcha programas de intercambio cultural (para niños o jóvenes entre España y determinados países) que permitan romper estereotipos y abran caminos al diálogo y mejor entendimiento.
•  Apoyar medios de comunicación independientes locales para servir como “sistema de alerta temprana” de posibles problemas surgentes.

Boletín IECAH nº 1, marzo 2009

Publicaciones relacionadas