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Actualidad | Artículos propios

Llegan buenas noticias de Colombia

Tras varias semanas de rumores y de «preparación del terreno» por parte de diversos portavoces de las fuerzas políticas colombianas, la confirmación, primero por TeleSur y luego por el propio Presidente Juan Manuel Santos, del inicio de conversaciones con la guerrilla de las FARC en Cuba, es, sin duda, una buena noticia. Y conviene recordar que, pese a la todavía gran influencia del ex presidente Avaro Uribe y sus reaccionarios planteamientos, que han querido torpedear este proceso, desde la llegada de Juan Manuel Santos a la Presidencia de la República en Colombia algunas cosas han cambiado en el panorama político del país. El reconocimiento de la existencia del conflicto armado, la aprobación de la Ley de víctimas, el inicio de la tareas de restitución de tierras, el cierre del DAS –verdadera agencia de espionaje para legal-, su propio talante más abierto al diálogo, entre otras variables, han modificado la lógica política de antagonismos y exclusiones de su predecesor, y han normalizado el entorno político del país. Al mismo tiempo, la llegada a la Alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro ha contribuido –pese a los grandes problemas de gestión con que se encuentra- a esa normalización en la que, si algunos se empeñan en recordar continuamente su carácter de «ex guerrillero», la mayoría resaltan su capacidad política y voluntad transformadora. Por último, habría que citar la búsqueda de nuevos espacios políticos y la creación de nuevas fuerzas políticas como la Marcha Patriótica que tratarían de abrir nuevas vías de actuación política a sectores mal representados en las actuales.

Es muy destacable que a diferencia de procesos mal planificados como el que finalizó con el fracaso de los diálogos del Caguán hace más de diez años, en este caso y de manera casi imperceptible se ha ido preparando el terreno en el plano legislativo con la discusión y aprobación en el Congreso de cinco leyes y dos reformas constitucionales que clarifican la «hoja de ruta» de las conversaciones de paz. Como recuerda la Revista Semana –que por cierto cumple treinta años estos días – «ya existen cinco leyes y normas constitucionales, discutidas y aprobadas por el Congreso desde agosto del 2010, que adquieren su real trascendencia en estos momentos, pues se han convertido en el principal marco legal para ambientar una posible negociación».

La columna vertebral de ese paquete de normas es la prórroga de la Ley de Orden Público, que además se complementa con la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, la ley para desmovilizados, el fuero militar, la reforma a la Ley de Justicia y Paz, pero, sobre todo, el llamado Marco Jurídico para la Paz.

Sin embargo, otras muchas variables de la situación política apenas se han modificado en un contexto en el que nuevos grupos armados, formados por muchos sectores del paramilitarismo y la delincuencia organizada, se consolidan en muchas zonas del país suponiendo nuevas amenazas para la paz. La evolución de estos grupos (Urabeños, Paisas, Rastrojos… que son algo más que BACRIM -.Bandas criminales) supone un nuevo reto que no ha sido hasta ahora abordado seriamente por el gobierno. Por otro lado, Colombia sigue siendo según todos los datos de Naciones Unidas uno de los países mas desiguales y menos equitativos del mundo, con niveles de pobreza alarmantes en muchas zonas del país y con una débil presencia del Estado en partes del territorio que, de facto, son controladas por otros grupos económicos y sociales sin legitimada alguna. Alcanzar la paz no es solo llegar a acuerdos con la FARC o el ELN, por importante que esto sea, sino abordar las causas estructurales de la violencia que han generado en la historia colombiana un largo conflicto social y político que tiene muchas y contradictorias facetas que abordar en un verdadero proceso de paz.

En cualquier caso, tras meses de aparente parálisis en este tema por parte del gobierno colombiano, la decisión del presidente Santos de usar la famosa llave de la paz a la que hizo referencia en su primer discurso, es una buena noticia que seguiremos esperanzadamente en nuestras páginas.

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